Haru y yo nos miramos. Delante de nosotros, en el suelo, había un sobre. Era de color marrón. A nuestro alrededor no había nadie. ¿Quien lo había dejado allí?
Me acerqué y lo recogí. Estaba un poco húmedo. Levanté la pestaña y miré en su interior. Extraje un folio plegado. Haru se acercó. El papel estaba escrito en mandarín. De nuevo nos miramos extrañados. Con el papel en la mano entramos en la casa, cerramos la puerta y fuimos a la estancia principal. Me senté en mi futón. Haru también se sentó y me miró con cierto nerviosismo.
Haru: ¿no vas a leer la carta?
Chenzhen: Pues si, pero creo que esta carta no contiene una información agradable.
Haru: ¿Por qué dices eso?
Chenzhen: Si te das cuenta viene en un sobre marrón, un color oscuro. También está bastante plegada, como si trataran de guardar o esconder su contenido.Quien la ha escrito evita estar presente, por lo que es posible que se trate de una noticia no muy agradable.
Haru: Es posible Chen, pero... si no lees la carta no lo sabremos, ¿verdad?
Chenzhen: Si, tienes razón, jajaja. Veamos.
Haru se acomodó para escuchar mi lectura. Yo con una habilidad un poco en desuso comencé a leer y traducir el mandarín escrito con un Xuan (pincel con que se realiza la caligrafía china) cuyos precisos trazos me ayudaban a descifrar el contenido de aquellos símbolos.
Ni Hao ChenZhen:
Soy... ya sabes quien soy. Aquella mujer que llamó a tu puerta, que hizo sonar el timbre, la del pelo negro, ojos brillantes, sonrisa amable, una blusa roja, un pantalón vaquero y unos zapatos rojos... ¿recuerdas?
He estado en tu casa y me has llevado a ese rincón lleno de vida. Nos hemos reído, e incluso hemos conocido a Haru. Hemos estado juntos disfrutando de todo lo que imaginas, con sensaciones tan fantásticas que hasta parecían reales, describiendo en todo momento cada paso milimétrico que ha dado tu pensamiento. Ha sido una grata experiencia. Pero los dos sabemos que en la vida las cosas no perduran por siempre, sino que cambian constantemente. Por esta razón escribo esta carta.
Quizás nunca hayas tenido una visita que parezca tan real como la que has vivido, pero es solo eso, una visita que he querido hacer en tu pensamiento. No se si podrás entenderlo, pero la razón por la que te he visitado no puedo desvelarla aún. Con el tiempo entenderás que hay momentos en la vida en los que ocurren cosas como consecuencia de otras, pero también algunas ocurren con algún propósito concreto. Toma mi visita como una pequeña muestras de lo que queda por venir.
Chenzhen, la carta que lees es para despedirme. Te conozco desde el principio. Desde que estabas sentado en el futón donde estás ahora, frente a la mesa .Un suave olor emanaba de la taza de té. Esa fragancia te transportó a un pensamiento, de este a otro, de ese al siguiente, así hasta que... Aproveché que tomabas el té para adentrarme en tus sueños, en tu imaginación. Ahora ha llegado el momento de despertar.
No es necesario olvidar lo que has vivido en tu sueño, pero si es el momento de volver a tu té, a los amigos, a la familia, al trabajo, en definitiva a la vida tal cual es. Posiblemente no desees que esto termine, pero los dos sabemos que ha de ser así.
Cuídate Chenzhen.
Adios
Frío. Sentí un pequeño mareo. Abrí los ojos, parecía como si los hubiera tenido cerrados mil años. Delante de mi, en la mano, tenía mi taza de té. Estaba tan fría como yo mismo. ¿Que me ha pasado? Tenía un leve dolor en la espalda e incluso en el brazo derecho, seguramente por el tiempo que lo había tenido inmóvil con la taza en la mano y esta apoyada en el muslo derecho. ¿Cuanto tiempo he estado así?
Noté que algo no era lógico. Dejé la taza de té en la mesa. Al hacerlo, me di cuenta de que la carta no estaba. No entendía nada. Recuerdo tenerla en mi mano y leerla. La siguiente reacción fue buscar a Haru. En la estancia no estaba. Me levanté despacio. Los músculos y las articulaciones estaban rígidos. Me desplacé hasta la cocina. No había nadie. ¡Haru!, exclamé con voz moderada, pero nadie respondió. Volví a la estancia e intenté buscar la carta, pero sin éxito. Me dí cuenta de que en la mesa solo estaba mi taza de té. Pero... ¿y la taza de Ella? ¡Un momento! De nuevo me dirigí a la cocina, pero esta vez con un paso más ligero. ¿Donde estaba la cena que habíamos preparado Haru y yo? La mesa de la cocina estaba limpia, recogida, no había ni rastro de la cena ni de ningún signo de que allí se hubiera preparado algo. Pensé, ¿me estoy volviendo loco? ¿habrá sido un sueño?
Después de mi última pregunta todo comenzó a tener sentido. En la estancia principal solo estaba mi taza de té, aquella que me transportó de un pensamiento a otro y ese al siguiente.... No había rastro de la taza de té de Ella. Tampoco estaban los colchones de plumas confeccionados con algodón natural. Haru nunca vino a visitarme y Ella... Ella nunca existió. Bueno, por lo menos físicamente, pero si en mi sueño. ¡¡Que real había sido este sueño!!
Al darme cuenta de mi confusión decidí recoger mi taza de té y llevarla a la cocina. Un paso, luego otro, otro más. Mientras caminaba pensé, ¡En fin, ha sido un sueño agradable y fantasioso!. Otro paso, otro...
Chenzhen: ¡¡Aufff!!
Algo golpee con mi pié. El golpe hizo que aquel objeto rodara por el suelo. Me acerqué despacio.Miré al suelo sin agacharme. En ese momento la taza de té, en un movimiento a cámara lenta, se soltó de los dedos de mis manos. Fue cayendo en medio del espacio que separaba mi mano del suelo. Al llegar abajo, rebotó sin romperse, haciendo un ruido seco con varias réplicas por el rebote. Yo casi que ni me enteré. A mi me había sorprendido más el hallazgo. Tenía frente a mi un objeto que se llevó mis palabras, mis pensamientos y había concentrado toda mi atención. Un colgante.
El Fénix de "Yu".
Fin