domingo, 6 de febrero de 2011

No importa el tiempo, solo el camino (parte 2)

La noche transcurre lentamente. No dejo de dar vueltas en el saco, buscando la manera de que los golpes de viento en la caseta me dejen tomar un rato de sueño continuado. La temperatura a esta cota es muy baja. No me atrevo a mirar el termómetro, pero es posible que hayan unos doce grados bajo cero. Por lo menos el saco me mantiene suficientemente caliente como para no tener que preocuparme del frio. Intentaré dormir un rato más.

Abro los ojos. Todo está oscuro a mi alrededor. El viento continúa sacudiendo por momentos la caseta. Del bolsillo del saco extraigo el reloj. Las 5.30. Ya no tengo más sueño. Sin salir al exterior puedo deducir que el tiempo no mejora, así que mientras preparo el desayuno pensaré lo que haré hoy. Antes del desayuno, me afano en recoger la tienda y preparar la mochila. Dejo por fuera la ropa que me pondré, lo necesario para el desayuno y el resto lo guardo en los compartimentos adecuados. Bueno, pues allá voy. Desayuno... ¿que tengo por aqui? Leche, cereales, chocolate y quizás una barrita energética serán los componentes para el desayuno de hoy. Es especial la sensación que se experimenta en este momento. Estoy aquí arriba, aislado, sólo, con mi taza de leche en la mano y no estoy pensando en nada. Lo he dejado todo allá abajo en la ciudad. Se que volveré, pero alli no puedo sentir lo que siento aquí. La tranquilidad, la serenidad, la seguridad y sobre todo comprobar que la mente se transforma. Es como si para mi mente todo esto fuera un baño de optimismo, una liberación. No se trata de huir de los problemas, tan solo apartarlos durante un tiempo y disfrutar de la vida como lo estoy haciendo ahora. Soy capaz de saborear los alimentos que ingiero, los percibo con el paladar separando los sabores y disfrutando de cada matiz. Soy capaz de oir la insistencia del viento como un elemento más de la naturaleza, pero lo mejor de todo es que me acompaña. Parece como si viera en mi un elemento nuevo en su entorno con el que jugar. Parece un niño que no hace más que llamar la atención para que juegue con él. Pero claro... a ver quien es el guapo que sale a las 6.00 de la mañana a jugar ahí fuera jaja. La risa. Si alguien pudiera grabarme cuando me rio, pensaría que no estoy del todo cuerdo. La soledad de la montaña hay que saber llevarla. Unas veces me rio de cosas de las que me acuerdo, otras veces me sonrío por la suerte que tengo de poder tener este tipo de experiencias, pero no es facil reirse en aquellas ocasiones en las que la suerte no acompaña y tengo que darme la vuelta porque algo falla, ya sea por el mal tiempo, una caida etc. Nunca llueve a gusto de todos. Bueno, en mi caso ha nevado toda la noche... ¿habrá suerte hoy?

Termino el desayuno. Algo de claridad se nota en el exterior. Salgo del saco, me visto con la indumentaria básica, me calzo las botas y me dispongo a salir de la tienda. Al abrir la cremallera una cascada de nieve cae delante de mi. Con las manos la aparto y consigo salir. Me pongo de pie y.....¿como lo digo? ¿como puedo describir lo que veo? ¡¡¡ Increible !!! No, este término no es capaz de reflejar la vista que tengo delante. La tienda está casi sepultada por la nieve. Todo está blanco a mi alrededor. Ya vienen de camino, pero pronto llegarán hasta aquí los primeros rayos de sol. Hace mucho frio y aunque el viento ha rebajado su intensidad aun es capaz de tambalearme como una rama. Delante de mi hay una vista impresionante. La llanura que atravesé ayer está completamente blanca al igual que las montañas circundantes. Allá abajo aun hay oscuridad, una oscuridad que pronto se disipará con los primeros rayos de sol de la mañana. Miro hacia arriba, pero no puedo ver la cumbre. Aún queda camino por recorrer. Ya no aguanto más tiempo aquí, me quiero poner en marcha.

Me dispongo a recoger la tienda y prepararme para el camino. La mochila está algo más ligera que ayer. El que va más cargado soy yo, pero no de peso sino de ganas e ilusión por el ascenso.

Un paso, otro paso, miro al frente y allá voy jajaja. Esto es como el tren de la guardería cuando era pequeño. Todos agarrados por la cintura y paso a paso recorríamos el patio, algunos (como yo) no podíamos dejar de hacer el sonido del tren ¡¡Uuuuu Uuuuuuuuu !! Pues mi tren ya ha partido, rumbo a La Cima. ¡¡ Cuanta vida se respira aquí !! Me gusta el sonido de la nieve a mi paso, el silencio que por momentos adopta el sonido, el aire límpio que entra en los pulmones, la estampa natural de un paisaje que me atrapa...

Llevo un rato caminando y el sol me acompaña con su energía. He atravesado dos cuestas muy duras. Mientras avanzo una figura de piedra asoma tras una colada volcánica y a cada paso se va haciendo más grande, enorme, gigante.... es el cono volcánico. Su imagen me paraliza. La piel se eriza al contemplar la majestuosidad con la que se alza ante mis ojos. Está completamente nevado. No puedo evitar preguntarme como se habrá formado, tambien las condiciones ambientales que se habrán dado aquí durante ese momento. Arriba, en la cima del volcán observo como el viento arrastra partículas de nieve por el cielo. No hay nubes, pero el viento juguetón sabe utilizar los recursos naturales para lograr su objetivo, llamar mi atención. A mi también me gusta jugar, por esa razón estoy dispuesto a llegar allí arriba.

Estoy justo en la subida al cono. Me falta poco, pero esta parte será algo más dura que las anteriores. Yo me encuentro perfectamente. Estoy con buen ánimo, el día acompaña y la cima está cerca. Comienzo el ascenso del último tramo. Los pasos son cada vez más cortos. El viento es también más fuerte. La respiración se hace más dificil. Aquí arriba las cuentas matemáticas no son siempre exactas. Lo compruebo porque doy tres pasos y retrocedo dos. Una cosa está clara, nada me hará abandonar ni retrocediendo diez pasos, así que sigo adelante hasta que consiga el ascenso. Miro hacia arriba, doy unos pasos. Miro hacia abajo, sigo avanzando. Miro hacia arriba, ya estoy llegando. Miro hacia abajo ¡¡coño esto está costando!! (¿Les ha parecido en pareado? Pues lo era: El Pareado Montañero)

Continuo avanzando. Tengo la mirada en mi pasos y me tropiezo con una roca. Luego me levanto de nuevo y miro al frente. Algo no va bien. Noto como si la ropa me incomodara. No le presto atención, pero además de eso algo no cuadra aquí. Estoy a punto de llegar a la cima, pues veo que a unos metros ya no hay más camino ni roca por la que ascender, sin embargo ya hace rato que no siento el viento, ni el frio ¿que ocurre? ¿que pasa? ¿donde están?. Estoy de pie a unos metros de la cima y no me molestan las botas ni siento peso en mi espalda. Llevo una mano a la mochila para coger la cantimplora... ¡¡¡Sorpresa!!! La mochila no está. Siento una sensación de calor que me pone nervioso, no entiendo nada. Miro a mi alrededor y veo el paisaje. De repente....

Suena un móvil..... Con una mano lo sujeto, miro la pantalla y leo: Alarma 8.00 de la mañana. Lo suelto en la mesa de noche y cuando miro a mi alrededor todo ha desaparecido, la nieve, el frio , el cono volcanico, la mochila, el viento, el paisaje.... Me percato de que estoy en mi habitación. Cuando intento salir de la cama algo cae al suelo. Al mirar veo el teclado del ordenador. Miro a la pantalla que está escendida, muevo el ratón y..... todo parece cobrar sentido. En la pantalla está mi blog. En el una historia que contar: No importa el tiempo, solo el camino.

No puedo reprimirme a mirar por la ventana. Allí está, alta, imponente, desafiante, con un vestido blanco hasta su cintura........

ChenZhen