domingo, 25 de marzo de 2012

Quedamos en...La Cocina

Cuatro de los dedos de mi mano derecha hacen contacto con una parte de su cuerpo recto y tonificado. El pulgar, que estaba libre, tocó el lado opuesto en el que se hallaban el resto de los dedos. Con la ayuda de los músculos del brazo, se unieron todos a una, en un esfuerzo habitual en las noches diarias, en las que a cierta hora una señal biológica me da a entender que cierto deseo ha de ser atendido. Con una fuerza proporcionada la deslizo hasta mí, pasando hacia mi lado derecho. Una luz ilumina mi rostro mostrándome su desnudez y causando en mi cierta ansiedad que no se por cuanto tiempo podré controlar.

Un mundo de fantasía se muestra ante mi.Con su permiso, mi mano se acerca a su interior. Lo hago lentamente por varias razones. Primero porque no quiero que se sienta  bruscamente invadida por mi deseo y segundo porque mi entusiasmo es tal, que no se ni por donde empezar.

Comienzo por acercarme más a la parte superior, donde mis manos alcanzan a palpar entre mis dedos esos dos yogures naturales unidos entre si. Me gustan tanto que no dudo en hacerme con ellos para apaciguar a medias mi creciente ansiedad. Ella lo sabe muy bien. Conoce perfectamente el ritual de mi rostro, desde que estoy frente a ella hasta cuando saboreo los yogures que fielmente guarda para mi. También conoce cada uno de mis gestos, mi acercamiento, mi ánimo, mi emoción, mi tacto y como disfruto del tiempo que pasamos juntos en la cocina, pues es nuestro lugar de encuentro, donde nuestros juegos liberan nuestra mente de los problemas cotidianos y al mismo tiempo nos alimenta el alma, la creatividad y el placer.

Sigo observándola y me deslizo hacia abajo, con unos ojos que se salen de mis órbitas. Sin darme cuenta mis rodillas tocan el suelo, quedando prácticamente a su merced. Tal posición me permite acceder a esa parte de ella que siempre tiene tan fría. No en vano, es donde se aprecia una gran variedad de diseños bonitos, finos y elegantes cuando la casa se llena de invitados que traen pasteles, dulces u otros postres deliciosos. Sin pensarlo me llevo a la boca uno de ellos, sobre todo el "gordito", que llama mi atención con su acicalada decoración y se presta a ser juguetón.

¡Hay que ver como sabe lo que me gusta! Será por eso que cuando llevo mi vista un poco más arriba ella lo enseña a través de esa rejilla de manera no explicita, más bien sugerente. Mis rodillas me impulsan como un cohete hasta ese placentero lugar. En mi ascenso disfruto de mi viaje, de la vista y de mi acercamiento. Ella siente como me aproximo, pues mis dedos tocan la rejilla y me ve como quien se agarra a un muro y poco a poco asoma la cabeza para alcanzar lo más alto, que en este caso se sitúa a medio cuerpo, justo donde ella guarda casi en secreto eso que me vuelve loco, que me fascina, que me revoluciona y eleva mi ansiedad a niveles muchas veces desconocidos hasta para mi cuerpo. Está a mi alcance pero....a ella le gusta jugar. ¿Como lo hace? Sencillamente lo oculta, justo detrás, entre las dos rejillas, justo en medio. Es entonces cuando no puedo controlar más mi creciente deseo y me lanzo a por ella.


 ¡¡Es increible!!, apenas la he rozado con las yemas de mis dedos y parece que la estoy saboreando. Con absoluta pasión la llevo hasta la encimera, la destapo, veo los colores, la textura, la variedad y  los diferentes ingredientes que colmarán mi paladar de nutritivos y variados sabores. Le añado unos tacos de queso semicurado y como no.....los yogures naturales, que dan a las ensaladas un toque cremoso y de contraste en el sabor; el tenedor está ya en mi mano cuando.........

Miro hacia atrás y la veo totalmente desnuda. De nuevo me acerco a ella y cuatro de los dedos de mi mano derecha hacen contacto con una parte de su cuerpo recto y tonificado. El pulgar, que estaba libre, tocó el lado opuesto en el que se hallaban el resto de los dedos. Con la ayuda de los músculos del brazo, se unieron todos a una, en un esfuerzo habitual en las noches diarias. La deslizo ante mí, pasando hacia mi lado izquierdo. La luz apaga mi rostro mostrándome su cuerpo vestido de blanco....el de mi Nevera.