Una pieza de metal dentado se introduce en la ranura de la puerta. Su mano la hace girar provocando el característico sonido del pestillo. Con la debida energía, empuja la puerta para acceder a la casa, retirando también la llave. Da unos pasos y cierra. No se da cuenta, pero lanza un suspiro que delata su ánimo. El día ha sido agotador.
Con cierta ansiedad, Silvia se dirige a la cocina, en cuya mesa deja el bolso y los papeles que llevaba en la mano, al tiempo que se descalza, pues ya no soporta el dolor que le causan los tacones. El paso por el baño es indispensable, pues lleva más de una hora aguantando una básica necesidad personal. Se mira al espejo y observa su rostro sin demasiada atención, pues sólo piensa en llegar al dormitorio.
De camino al dormitorio se siente más que incomoda. La blusa, por la parte de las axilas está húmeda por el sudor, casi pegada al cuerpo. En la cabeza un cierto picor y un leve mareo. Ya en el dormitorio, un poco más relajada se quita la blusa y la deja sobre la cama. Se desprende de su ceñida falda y la deja sobre la blusa, que pronto descansarán en la cesta de la ropa sucia. En ropa interior se mira frente al espejo. No se mueve, sólo se mira. La mirada se pierde, pero su mente se da cuenta de una cosa.... está sola.
Se sienta sobre la cama. Piensa: "¿que hago? mmm. ...Me doy una ducha y preparo la cena"...sigue pensando: "Preparar la cena..¿que me hago de cenar? Bufff, que pocas ganas de hacer de comer. Tengo que ver que me pongo mañana y encima la cocina está sin recoger".... Con cada pensamiento, el cansancio se hace más profundo, más pesado. Su cabeza se inclina hacia abajo. Las manos están encima de sus piernas y los dedos se entrelazan en un intento de acompañarse entre ellos. Un pensamiento más llega hasta ella: "Esto no es lo que quiero".....una lágrima cae por su suave y cálida mejilla, como si a pesar de su significado de tristeza, intentara acariciarla y consolarla. Ahí está, sentada en la cama, derrotada por el cansancio y la tristeza, por la responsabilidad y la soledad. Se tumba sobre la cama, pilla la almohada y la abraza. En cuestión de un minuto sus ojos ya se han cerrado.
Una pieza de metal dentado se introduce en la ranura de la puerta. Su mano la hace girar provocando el característico sonido del pestillo. Con la debida energía, empuja la puerta para acceder a la casa, retirando también la llave. Da unos pasos y cierra. No se da cuenta, pero lanza un suspiro que delata su ánimo. El día ha sido agotador.
Con cierta ansiedad se dirige a la cocina, en cuya mesa deja el bolso y los papeles que llevaba en la mano, al tiempo que se descalza, pues ya no soporta el dolor que le causan los tacones. El paso por el baño es indispensable, pues lleva más de una hora aguantando una básica necesidad personal, pero justo cuando entra, sus labios esbozan una alegre sonrisa. La sonrisa da paso a una intrigante pregunta: "¡¡¡¿y esto?!!!" - exclama mientras una risa nerviosa se apropia de ella.
Ante sus ojos se muestra un selecto y organizado espectáculo. Los colores, las texturas, el olor y la decoración hacen del baño un paraíso de sensaciones, que ha sido cuidadosamente preparado para ella. Justo en el lavabo un gracioso pato amarillo flota sobre el agua portando en su pico un pequeño sobre. No pudo resistirse a cogerlo y mucho menos a dejar pasar un solo segundo sin leerlo.
Dentro del sobre...una nota escrita a tinta negra procedente de una pluma de pato, cuyo valor histórico data de principios del siglo XVI. La negra escritura brillaba sobre una vitela de muy alta calidad (una especie de pergamino). Las letras aguardaban a que ella decidiera leerlas y así lo hizo:
" Buenas noches Mi Amor:
Desde hace varios días casi no coincidimos por lo horarios del trabajo. También he notado que andas bastante estresada por lo del proyecto en el que estás inmersa en la empresa. Estás haciendo un gran trabajo, pero también necesitas un poco de tiempo para relajarte. Pues bien, espero que disfrutes de este pequeño detalle que he preparado esta tarde después del trabajo, que pedí permiso para salir un poco antes.
Por cierto, no te preocupes por la cena, ya me he encargado de eso.
Te Quiero mucho."
Silvia, aun con la nota en la mano miró a su alrededor sorprendida. Puso la nota sobre la parte seca del lavabo y con ilusión se dispuso a disfrutar de aquel regalo inesperado.
Con una permanente sonrisa en sus labios, se soltó el pelo. Poco a poco de desabrochó los botones de la blusa, que descendió por su cuerpo hasta el suelo. Lo mismo pasó con su ceñida falda, que tras unos leves movimientos de cadera y piernas llegó también hasta el suelo. Después llegó el turno de sus medias y por último su ropa interior.
Apenas a tres pasos le esperaba el paraiso....
La punta de su pie derecho hizo de termómetro con el fin de conocer la temperatura del agua. Cuando prácticamente el pie ya estaba sumergido le dió el visto bueno. Muy despacio su cuerpo fue absorbido por una suave espuma, que parecía deseosa por envolverla y protegerla del frío. Cuando estuvo cómoda, percibió la suave fragancia que desprendían las velas, que distribuidas de forma estratégica hacían brillar no sólo el entorno, sino también los bonitos y emocionados ojos de Sílvia, que irradiaban una mezcla de entusiasmo y felicidad.
Mientras relajada disfrutaba frotándose con la espuma, no dejaba de pensar en las molestias que Marcos se había tomado para preparar algo tan romántico. Entre un pensamiento y otro, las velas, la espuma e incluso el pato que aún nadaba en el lavabo, fueron testigos de su risa, que pronto se tornaría en curiosidad al contemplar el recipiente que estaba en el mueble portátil, junto a la bañera.
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