Esta es una película que abarca el género fantástico y las artes marciales. A día de hoy y como suele ser habitual, esta película no ha llegado a nuestras salas de cine y quien sabe si lo hará. Aquí les dejo una escena.
Suena el timbre y abro la puerta de mi rincón. Bienvenid@. Pasa por favor. Aqui estamos, dispuestos a pasar un buen rato. Ese rato que necesitamos a menudo. Despues del trabajo o los quehaceres diarios. Un lugar para leer o escribir un relato de lo que tu quieras, para comentar una anecdota, para contar la noticia del día, en general para relajarte, oir un poco de música y tomar un buen té. ¿te apetece?
lunes, 26 de diciembre de 2011
sábado, 17 de diciembre de 2011
Una noche especial (Tercer y última Parte)
Cogió a Silvia de la mano y sin prisas se dirigieron al escritorio de Marcos. Las sonrisas y la emoción de ambos les acompañaron por el pasillo. Una vez allí, con la llave del cofre Marcos abrió la gaveta y sacó un sobre. El sobre era blanco y no tenía ningún tipo de impresión o escritura. Se lo entregó a Silvia, que en pocos segundos lo abrió y.... ....sus ojos se humedecieron. De ellos emanaron unas lágrimas que poco a poco descendían por sus mejillas. A continuación un leve sollozo.
Silvia tenía en sus manos una foto. Era de su abuela, a quien quería con locura. Se les veía a las dos juntas y sonrientes. Una instantanea de hacía ya mucho tiempo, justo antes de fallecer.
Su abuela se llamaba Pilar. Su vida no fue fácil, pues recibió una educación estricta por parte de sus padres, que siempre lucharon para mantener el estatus social de la familia. Tampoco tuvo suerte en el amor, hasta que un día se enamoró de Luis, un militar que siempre se fijó en ella, siendo rechazado en varias ocasiones, algo que un día Pilar cambió. La relación entre abuela y nieta fue siempre próspera. Pilar veía en su nieta su segunda juventud y Silvia encontró en su abuela una amistad basada en la confianza, comprensión y una fuente de experiencia muy valiosa.
Silvia le contaba esas confidencias que sólo se hablan entre amigas, como la de que un día un chico se le quedó mirando, no sólo un día sino en otras ocasiones y que más tarde se conocieron en un acto social. Ella no estaba en un momento propicio para entablar una relación, pero se dió cuenta más tarde de que él si se había fijado en ella. Su abuela le decía entonces que no desesperara, porque un día se enamoraría de un chico. Quizás ese amor no sería como el de las películas, ni como el de los cuentos. Puede que él tampoco fuera un hombre fuerte o apuesto, pero aun así se enamoraría de él por razones que en aquel momento Silvia no podía entender. Así fue como le pasó a su abuela, quien después de haber estado con algunos hombres equivocados, encontró la magia en el hombre al que tantas veces había rechazado. En uno que llenó su vida de atención, ternura, ilusión, cariño..... y que siempre antepuso la felicidad de Pilar antes que la suya propia.
.....justo lo que ahora le estaba dando Marcos. Silvia lo miró aun con lágrimas en los ojos y con una voz desgastada por la emoción le dijo Gracias. Marcos la rodeó cálidamente con sus brazos. En ese momento Silvia le preguntó: ¿Donde has conseguido la foto?, a lo que Marcos le respondió: Recuerdo que hace años, la primera vez conocí a tu abuela, ella me enseñó esta foto. Más tarde, en otra visita, nos sentamos en su salón y en un momento en el que tu te ausentaste, me enseñó la foto y me dijo: Marcos, parece que quieres mucho a mi nieta. Toma esta foto y cuídala exactamente igual que cuidas a Silvia. El día que decidas hacerle un regalo, dale esta foto. Si ves que llora....significa entonces que habrá encontrado el amor de su vida.
Silvia tenía en sus manos una foto. Era de su abuela, a quien quería con locura. Se les veía a las dos juntas y sonrientes. Una instantanea de hacía ya mucho tiempo, justo antes de fallecer.
Su abuela se llamaba Pilar. Su vida no fue fácil, pues recibió una educación estricta por parte de sus padres, que siempre lucharon para mantener el estatus social de la familia. Tampoco tuvo suerte en el amor, hasta que un día se enamoró de Luis, un militar que siempre se fijó en ella, siendo rechazado en varias ocasiones, algo que un día Pilar cambió. La relación entre abuela y nieta fue siempre próspera. Pilar veía en su nieta su segunda juventud y Silvia encontró en su abuela una amistad basada en la confianza, comprensión y una fuente de experiencia muy valiosa.
Silvia le contaba esas confidencias que sólo se hablan entre amigas, como la de que un día un chico se le quedó mirando, no sólo un día sino en otras ocasiones y que más tarde se conocieron en un acto social. Ella no estaba en un momento propicio para entablar una relación, pero se dió cuenta más tarde de que él si se había fijado en ella. Su abuela le decía entonces que no desesperara, porque un día se enamoraría de un chico. Quizás ese amor no sería como el de las películas, ni como el de los cuentos. Puede que él tampoco fuera un hombre fuerte o apuesto, pero aun así se enamoraría de él por razones que en aquel momento Silvia no podía entender. Así fue como le pasó a su abuela, quien después de haber estado con algunos hombres equivocados, encontró la magia en el hombre al que tantas veces había rechazado. En uno que llenó su vida de atención, ternura, ilusión, cariño..... y que siempre antepuso la felicidad de Pilar antes que la suya propia.
.....justo lo que ahora le estaba dando Marcos. Silvia lo miró aun con lágrimas en los ojos y con una voz desgastada por la emoción le dijo Gracias. Marcos la rodeó cálidamente con sus brazos. En ese momento Silvia le preguntó: ¿Donde has conseguido la foto?, a lo que Marcos le respondió: Recuerdo que hace años, la primera vez conocí a tu abuela, ella me enseñó esta foto. Más tarde, en otra visita, nos sentamos en su salón y en un momento en el que tu te ausentaste, me enseñó la foto y me dijo: Marcos, parece que quieres mucho a mi nieta. Toma esta foto y cuídala exactamente igual que cuidas a Silvia. El día que decidas hacerle un regalo, dale esta foto. Si ves que llora....significa entonces que habrá encontrado el amor de su vida.
sábado, 26 de noviembre de 2011
Una noche especial (Segunda Parte)
Aún con sus manos mojadas no pudo resistirse a alcanzarlo. Lo tomó en sus manos. Era un pequeño cofre. Lo abrió con cuidado y dentro encontró una llave. Se quedó mirándola mientras intentaba pensar a que cerradura podría pertenecer esa llave. También extrajo del cofre una nota, en la que de nuevo Marcos había hecho de las suyas:
¿De verdad piensas que sólo mereces un baño? Yo creo que no. Por esa razón te he dejado esta llave. Pertenece a la gaveta de mi escritorio. Dentro hay algo que se que deseas desde hace mucho tiempo, pero... ¿Esperarás a que llegue a casa para que lo veamos juntos? Disfruta del baño, no tardaré.
Marcos.
De nuevo la sonrisa de Silvia se hizo presente en su rostro, pero esta vez acompañada por una carcajada, quizás producida porque no creía que aquello le estuviera pasando y quizás también por los nervios y la curiosidad de saber que es lo que se escondía en el escritorio de Marcos. Dejó la llave en el mueble portatil. Se sumergió en la bañera. Luego cogió una fresa de la bandeja de fruta que tenía ante ella y se quedó relajadamente disfrutando de su baño de sales. Mientras tanto, no dejaba de mirar de vez en cuando la llave del cofre. La miraba una y otra vez como si tuviera miedo de que alguien se la arrebatara, pero en el fondo su curiosidad se estaba apoderando de ella, aunque resistió la tentación un poco más.
El ruido del pestillo de la puerta de la entrada le indicó que Marcos había llegado. Marcos se acercó hasta el baño, tocó en la puerta y preguntó si podía pasar, a lo que Silvia accedió con mucho gusto. Marcos abrió la puerta. Ante él estaba Silvia, en la bañera cubierta de espuma. Los dos se sonrieron y se miraron sin decir una palabra, hasta que ella le pidió que se acercara. Así lo hizo él. Se besaron. Marcos recibió un beso de "esos", de los que te hacen dudar si estas soñando o despierto . No era para menos, pues Silvia estaba sorprendida y encantada con todo lo que él había hecho para ella. Se besaron con tanta pasión, que el pato del lavabo se sonrojó y se dió la vuelta para dejarles intimidad.
Silvia interrumpió el beso. Con voz dulce y sensual le preguntó a Marcos si ya podría abrir la gaveta de su escritorio. Marcos sonriendo le dijo que aun no, pues había que preparar la cena. Ella pensó: "¿la cena?, mmm, tomaré al aperitivo ahora". Sin mediar palabra, lo rodeó con sus brazos atrayendo a Marcos hacia la bañera. Él no tuvo opción y antes de sumergirse con Silvia en el baño de espuma, sólo tuvo tiempo de descalzarse con rapidez. Las tranquilas aguas de la bañera se agitaron con una leve marejada, con pequeñas olas de deseo.
Pasada esta pequeña tormenta pasional, ambos se prepararon para la cena. Marcos en la cocina sonreía, no sólo por lo contenta que había visto a Silvia, sino también porque aun quedaba una noche especial para ella. Un anoche que llevaba tiempo preparando en su mente, pero cuya intención había partido de su corazón, del amor que sentía por ella. Silvia se estaba secando el pelo. Se miraba en el espejo del baño al mismo tiempo que movía el secador por su larga melena negra. Le gustaba pensar en la idea de que Marcos estaba en la cocina preparando la cena. Normalmente, por razones de trabajo y horario le tocaba a ella, aunque algunas veces la hacían juntos. Pero esta noche se sentía especial, cuidada, mimada, prácticamente como una Princesa. Esto es algo que no pasaría desapercibido para Marcos durante la cena.
Al cabo de un rato, Marcos se acercó al dormitorio. La puerta estaba cerrada, pues Silvia se arreglaba. Así lo había hecho antes él. Quiso vestirse de forma apropiada, pues nunca se sabe lo que puede deparar la noche. Tocó en la puerta y le dijo a Silvia que la cena estaba lista. Ella respondió que enseguida saldría. Unos minutos más tarde Marcos oyó el sonido de unos tacones que se acercaban con paso firme a la cocina. Con cada paso, el nerviosismo hacía que aumentaran sus pulsaciones. Lo cierto es que eso no sería nada comparado con lo que Silvia se encontraría al llegar a la cocina.
Cuando sus pasos la condujeron a su destino y estuvo en la puerta de la cocina, todos sus pensamientos sobre lo que iba a encontrarse desaparecieron. Se mantuvo sobre sus tacones, quieta, como una figura de mármol. No entendía nada. Ante sus ojos había una mesa desierta. No había platos, ni cubiertos, ni comida, ni velas. El fregadero estaba vacío y limpio como una patena. No había rastro de actividad culinaria alguna. Miró a Marcos. Estaba sentado en una silla de la cocina. Vestía un traje azul marino. La chaqueta la tenía en la silla y ella pudo ver que llevaba una camisa nueva y un chaleco que nunca le había visto en el armario. Lo miró como si ese no fuera el chico que tantas cosas había compartido con ella, o sería más correcto decir, que tenía ante sus ojos a una versión nueva y desconocida de Marcos.....y le encantaba¡¡.
Marcos, desde la silla se sonreía al ver su carita. Silvia no podía articular ni una sílaba. Fue entonces cuando él decidió interrumpir el mágico silencio que desde hacía varios minutos dominaba el ambiente. Le dijo a Silvia: ¿Estás preparada?. Ella al oirlo no pudo evitar hacerle todas esas preguntas que rondaban por su cabeza y que esperaban una respuesta: Marcos, ¿y la cena? ¿y esa ropa que llevas puesta....? Marcos, al mismo tiempo que le cogía la mano se acercó a su oído y la interrumpió preguntándole: ¿Me acompañas al escritorio?
lunes, 24 de octubre de 2011
Una noche especial (Primera Parte)
Una pieza de metal dentado se introduce en la ranura de la puerta. Su mano la hace girar provocando el característico sonido del pestillo. Con la debida energía, empuja la puerta para acceder a la casa, retirando también la llave. Da unos pasos y cierra. No se da cuenta, pero lanza un suspiro que delata su ánimo. El día ha sido agotador.
Con cierta ansiedad, Silvia se dirige a la cocina, en cuya mesa deja el bolso y los papeles que llevaba en la mano, al tiempo que se descalza, pues ya no soporta el dolor que le causan los tacones. El paso por el baño es indispensable, pues lleva más de una hora aguantando una básica necesidad personal. Se mira al espejo y observa su rostro sin demasiada atención, pues sólo piensa en llegar al dormitorio.
De camino al dormitorio se siente más que incomoda. La blusa, por la parte de las axilas está húmeda por el sudor, casi pegada al cuerpo. En la cabeza un cierto picor y un leve mareo. Ya en el dormitorio, un poco más relajada se quita la blusa y la deja sobre la cama. Se desprende de su ceñida falda y la deja sobre la blusa, que pronto descansarán en la cesta de la ropa sucia. En ropa interior se mira frente al espejo. No se mueve, sólo se mira. La mirada se pierde, pero su mente se da cuenta de una cosa.... está sola.
Se sienta sobre la cama. Piensa: "¿que hago? mmm. ...Me doy una ducha y preparo la cena"...sigue pensando: "Preparar la cena..¿que me hago de cenar? Bufff, que pocas ganas de hacer de comer. Tengo que ver que me pongo mañana y encima la cocina está sin recoger".... Con cada pensamiento, el cansancio se hace más profundo, más pesado. Su cabeza se inclina hacia abajo. Las manos están encima de sus piernas y los dedos se entrelazan en un intento de acompañarse entre ellos. Un pensamiento más llega hasta ella: "Esto no es lo que quiero".....una lágrima cae por su suave y cálida mejilla, como si a pesar de su significado de tristeza, intentara acariciarla y consolarla. Ahí está, sentada en la cama, derrotada por el cansancio y la tristeza, por la responsabilidad y la soledad. Se tumba sobre la cama, pilla la almohada y la abraza. En cuestión de un minuto sus ojos ya se han cerrado.
Una pieza de metal dentado se introduce en la ranura de la puerta. Su mano la hace girar provocando el característico sonido del pestillo. Con la debida energía, empuja la puerta para acceder a la casa, retirando también la llave. Da unos pasos y cierra. No se da cuenta, pero lanza un suspiro que delata su ánimo. El día ha sido agotador.
Con cierta ansiedad se dirige a la cocina, en cuya mesa deja el bolso y los papeles que llevaba en la mano, al tiempo que se descalza, pues ya no soporta el dolor que le causan los tacones. El paso por el baño es indispensable, pues lleva más de una hora aguantando una básica necesidad personal, pero justo cuando entra, sus labios esbozan una alegre sonrisa. La sonrisa da paso a una intrigante pregunta: "¡¡¡¿y esto?!!!" - exclama mientras una risa nerviosa se apropia de ella.
Ante sus ojos se muestra un selecto y organizado espectáculo. Los colores, las texturas, el olor y la decoración hacen del baño un paraíso de sensaciones, que ha sido cuidadosamente preparado para ella. Justo en el lavabo un gracioso pato amarillo flota sobre el agua portando en su pico un pequeño sobre. No pudo resistirse a cogerlo y mucho menos a dejar pasar un solo segundo sin leerlo.
Dentro del sobre...una nota escrita a tinta negra procedente de una pluma de pato, cuyo valor histórico data de principios del siglo XVI. La negra escritura brillaba sobre una vitela de muy alta calidad (una especie de pergamino). Las letras aguardaban a que ella decidiera leerlas y así lo hizo:
" Buenas noches Mi Amor:
Desde hace varios días casi no coincidimos por lo horarios del trabajo. También he notado que andas bastante estresada por lo del proyecto en el que estás inmersa en la empresa. Estás haciendo un gran trabajo, pero también necesitas un poco de tiempo para relajarte. Pues bien, espero que disfrutes de este pequeño detalle que he preparado esta tarde después del trabajo, que pedí permiso para salir un poco antes.
Por cierto, no te preocupes por la cena, ya me he encargado de eso.
Te Quiero mucho."
Silvia, aun con la nota en la mano miró a su alrededor sorprendida. Puso la nota sobre la parte seca del lavabo y con ilusión se dispuso a disfrutar de aquel regalo inesperado.
Con una permanente sonrisa en sus labios, se soltó el pelo. Poco a poco de desabrochó los botones de la blusa, que descendió por su cuerpo hasta el suelo. Lo mismo pasó con su ceñida falda, que tras unos leves movimientos de cadera y piernas llegó también hasta el suelo. Después llegó el turno de sus medias y por último su ropa interior.
Apenas a tres pasos le esperaba el paraiso....
La punta de su pie derecho hizo de termómetro con el fin de conocer la temperatura del agua. Cuando prácticamente el pie ya estaba sumergido le dió el visto bueno. Muy despacio su cuerpo fue absorbido por una suave espuma, que parecía deseosa por envolverla y protegerla del frío. Cuando estuvo cómoda, percibió la suave fragancia que desprendían las velas, que distribuidas de forma estratégica hacían brillar no sólo el entorno, sino también los bonitos y emocionados ojos de Sílvia, que irradiaban una mezcla de entusiasmo y felicidad.
Mientras relajada disfrutaba frotándose con la espuma, no dejaba de pensar en las molestias que Marcos se había tomado para preparar algo tan romántico. Entre un pensamiento y otro, las velas, la espuma e incluso el pato que aún nadaba en el lavabo, fueron testigos de su risa, que pronto se tornaría en curiosidad al contemplar el recipiente que estaba en el mueble portátil, junto a la bañera.
Con cierta ansiedad, Silvia se dirige a la cocina, en cuya mesa deja el bolso y los papeles que llevaba en la mano, al tiempo que se descalza, pues ya no soporta el dolor que le causan los tacones. El paso por el baño es indispensable, pues lleva más de una hora aguantando una básica necesidad personal. Se mira al espejo y observa su rostro sin demasiada atención, pues sólo piensa en llegar al dormitorio.
De camino al dormitorio se siente más que incomoda. La blusa, por la parte de las axilas está húmeda por el sudor, casi pegada al cuerpo. En la cabeza un cierto picor y un leve mareo. Ya en el dormitorio, un poco más relajada se quita la blusa y la deja sobre la cama. Se desprende de su ceñida falda y la deja sobre la blusa, que pronto descansarán en la cesta de la ropa sucia. En ropa interior se mira frente al espejo. No se mueve, sólo se mira. La mirada se pierde, pero su mente se da cuenta de una cosa.... está sola.
Se sienta sobre la cama. Piensa: "¿que hago? mmm. ...Me doy una ducha y preparo la cena"...sigue pensando: "Preparar la cena..¿que me hago de cenar? Bufff, que pocas ganas de hacer de comer. Tengo que ver que me pongo mañana y encima la cocina está sin recoger".... Con cada pensamiento, el cansancio se hace más profundo, más pesado. Su cabeza se inclina hacia abajo. Las manos están encima de sus piernas y los dedos se entrelazan en un intento de acompañarse entre ellos. Un pensamiento más llega hasta ella: "Esto no es lo que quiero".....una lágrima cae por su suave y cálida mejilla, como si a pesar de su significado de tristeza, intentara acariciarla y consolarla. Ahí está, sentada en la cama, derrotada por el cansancio y la tristeza, por la responsabilidad y la soledad. Se tumba sobre la cama, pilla la almohada y la abraza. En cuestión de un minuto sus ojos ya se han cerrado.
Una pieza de metal dentado se introduce en la ranura de la puerta. Su mano la hace girar provocando el característico sonido del pestillo. Con la debida energía, empuja la puerta para acceder a la casa, retirando también la llave. Da unos pasos y cierra. No se da cuenta, pero lanza un suspiro que delata su ánimo. El día ha sido agotador.
Con cierta ansiedad se dirige a la cocina, en cuya mesa deja el bolso y los papeles que llevaba en la mano, al tiempo que se descalza, pues ya no soporta el dolor que le causan los tacones. El paso por el baño es indispensable, pues lleva más de una hora aguantando una básica necesidad personal, pero justo cuando entra, sus labios esbozan una alegre sonrisa. La sonrisa da paso a una intrigante pregunta: "¡¡¡¿y esto?!!!" - exclama mientras una risa nerviosa se apropia de ella.
Ante sus ojos se muestra un selecto y organizado espectáculo. Los colores, las texturas, el olor y la decoración hacen del baño un paraíso de sensaciones, que ha sido cuidadosamente preparado para ella. Justo en el lavabo un gracioso pato amarillo flota sobre el agua portando en su pico un pequeño sobre. No pudo resistirse a cogerlo y mucho menos a dejar pasar un solo segundo sin leerlo.
Dentro del sobre...una nota escrita a tinta negra procedente de una pluma de pato, cuyo valor histórico data de principios del siglo XVI. La negra escritura brillaba sobre una vitela de muy alta calidad (una especie de pergamino). Las letras aguardaban a que ella decidiera leerlas y así lo hizo:
" Buenas noches Mi Amor:
Desde hace varios días casi no coincidimos por lo horarios del trabajo. También he notado que andas bastante estresada por lo del proyecto en el que estás inmersa en la empresa. Estás haciendo un gran trabajo, pero también necesitas un poco de tiempo para relajarte. Pues bien, espero que disfrutes de este pequeño detalle que he preparado esta tarde después del trabajo, que pedí permiso para salir un poco antes.
Por cierto, no te preocupes por la cena, ya me he encargado de eso.
Te Quiero mucho."
Silvia, aun con la nota en la mano miró a su alrededor sorprendida. Puso la nota sobre la parte seca del lavabo y con ilusión se dispuso a disfrutar de aquel regalo inesperado.
Con una permanente sonrisa en sus labios, se soltó el pelo. Poco a poco de desabrochó los botones de la blusa, que descendió por su cuerpo hasta el suelo. Lo mismo pasó con su ceñida falda, que tras unos leves movimientos de cadera y piernas llegó también hasta el suelo. Después llegó el turno de sus medias y por último su ropa interior.
Apenas a tres pasos le esperaba el paraiso....
La punta de su pie derecho hizo de termómetro con el fin de conocer la temperatura del agua. Cuando prácticamente el pie ya estaba sumergido le dió el visto bueno. Muy despacio su cuerpo fue absorbido por una suave espuma, que parecía deseosa por envolverla y protegerla del frío. Cuando estuvo cómoda, percibió la suave fragancia que desprendían las velas, que distribuidas de forma estratégica hacían brillar no sólo el entorno, sino también los bonitos y emocionados ojos de Sílvia, que irradiaban una mezcla de entusiasmo y felicidad.
Mientras relajada disfrutaba frotándose con la espuma, no dejaba de pensar en las molestias que Marcos se había tomado para preparar algo tan romántico. Entre un pensamiento y otro, las velas, la espuma e incluso el pato que aún nadaba en el lavabo, fueron testigos de su risa, que pronto se tornaría en curiosidad al contemplar el recipiente que estaba en el mueble portátil, junto a la bañera.
sábado, 15 de octubre de 2011
lunes, 11 de julio de 2011
Tio, tienes que currártelo
Algunas mujeres dicen que los tios somos simples. Otras dicen que somos complicados. Yo pregunto, ¿es tan complicado entender que somos simples? ¿Simplemente parecemos tan complicados?
Yo diría que somos unos seres versátiles, prácticos y nuestro denominador común es nuestra masculinidad.
También nosotros decimos a veces lo mismo de las mujeres. Lo que está claro es que las mujeres son unos seres que despiertan en nosotros multitud de sentimientos. Sentimientos tan variados como los granos de la arena de la playa. Coges un puñado de arena que se desliza entre los dedos. De pronto una luz o un color te llaman la atención y descubres que hay un grano de arena distinto al resto, ¿que suele ocurrir en estos casos? Pues eso, que se despierta la curiosidad por descubrir de donde ha salido.
Supongo que esto es algo que nos sucede a ambos sexos. Todo esto inicia un proceso de acercamiento e interés. Un día hablas con ella, te la encuentras por casualidad, hay un intercambio de teléfonos, un mensajito de vez en cuando, otro día te da el correo electrónico y otro día quieres quedar... en fín, que todo este ritual se va "complicando" hasta que un día....
"Tio, tienes que currártelo"
¿Alguna vez te ha dicho una mujer "Tio, tienes que currartelo"? Si la respuesta es no, no te preocupes, es posible que aún no haya llegado tu momento. Si la respuesta es si, no desesperes, no es tan malo como parece.
Analicemos la expresión "tio, tienes que currártelo":
En primer lugar "Tio". En principio puede parecer que te ha confundido con algún componente de la familia, pero no es así. Ella sabe que eres un hombre, pero no te va a decir "Hombre, tienes que currartelo", porque eso sería como decirte que espabiles, que estás atontado y descentrado respecto a lo que ella espera. En su lugar ella utliliza "Tio". Parece como si tratara de elevar tu autoestima, no eres un hombre (simple) no no, tu eres un "Tio", es decir, un hombre elevado al cuadrado. Se que parecen matemáticas pero, ¿a que dicho así te dan ganas de mirarte al espejo sin camiseta y decirte: Joer ¡¡que tio!!? Depende de la imaginación que tengas, puede que hasta parezca que se te están marcando los abdominales (¡¡PGGG!!, despierta chaval y sigue leyendo). Pues si crees que ella lo dice sin querer, ¡¡jaaaaa!!, no la subestimes. No olvides que te lo ha dicho una mujer, un ser con una inteligencia a prueba de "tios", es decir, imitando una canción de Chenoa, cuando tu vas ya ella vuelve. Total, que si ya te sientes en la cúspide de la cadena evolutiva, pensando que lo siguiente por escuchar es "Bésame" o algo así, te recomiendo que te agarres los calzones y te compres un chubasquero, porque ahora viene la segunda parte.
En segundo lugar "...tienes que currartelo". Amigo, nunca fue tan rápido el descenso desde la cima hasta el fondo del valle. Ni el agua del oceano mojó tanto como el de una jarra. ¿Que pensabas? ¿que iba a ser tan facil? . Bueno, no dramatices. Analicemos. Si eres un tio que trabaja todo el día, llegas a casa deseando estar con la mujer, vas a la cocina y la coges por la cintura, intentando probar el postre antes del primer plato y ella te frena diciendo "tienes que currartelo"... no te lo tomes al pie de la letra, no te está pidiendo que vuelvas al curro, ni te está diciendo que eres poco trabajador, ni te está pidiendo que te disfraces de Curro Jimenez, no no. Lo más probable es que debas lavarte las manos antes de tocar el pan. Tranquilo jaja, es broma. Hay mujeres para todos los gustos y colores, en realidad ellas son como la paleta de un artista..., rectifico, ellas son artistas. No me mires así de confuso. Si te das cuenta, con la frase ella ya ha dibujado su primer trazo sobre el lienzo. Es un juego interesante. Ella dibuja los trazos y nosotros es probable que debamos poner el color. Pues bien, nosotros sabemos que colores nos gustan y probablemente serán esos los que tu vas a aplicar, pero¿Te has molestado en preguntarle cuales son los colores que le gustan a ella? Asi es amigo, ese es tu curro. ¡¡Pobre de ti si no muestras interés!! Da igual si eres Brat Pit, tienes un culo que no deja arrugas en el pantalón o conduces un flamante Porsche 911, porque a ojos de ellas serás menos interesante que el tomate de una Big Mac del Macdonald de la esquina.
Lo explicaré de otra forma. Como decía en otro párrafo, hay mujeres para todos los gustos y colores. Ellas, como artistas que son, ya tienen una visión del cuadro terminado, es decir, saben lo que quieren. ¡¡Si, has leido bien!! Saben perfectamente lo que quieren, por lo tanto estás de enhorabuena. Pensándolo un poco, lo que has de averiguar es lo que le gusta.
¿Como hacerlo? A lo mejor no te gusta lo que voy a decirte, pero... en muchos casos la respuesta la tienen ellas. Aunque como nosotros ya sabemos, podemos usar el "As", con el que podemos sacar matrícula de honor. Para eso sólo hace falta que sepas una cosa: "Tio, tienes que currártelo"
Yo diría que somos unos seres versátiles, prácticos y nuestro denominador común es nuestra masculinidad.
También nosotros decimos a veces lo mismo de las mujeres. Lo que está claro es que las mujeres son unos seres que despiertan en nosotros multitud de sentimientos. Sentimientos tan variados como los granos de la arena de la playa. Coges un puñado de arena que se desliza entre los dedos. De pronto una luz o un color te llaman la atención y descubres que hay un grano de arena distinto al resto, ¿que suele ocurrir en estos casos? Pues eso, que se despierta la curiosidad por descubrir de donde ha salido.
Supongo que esto es algo que nos sucede a ambos sexos. Todo esto inicia un proceso de acercamiento e interés. Un día hablas con ella, te la encuentras por casualidad, hay un intercambio de teléfonos, un mensajito de vez en cuando, otro día te da el correo electrónico y otro día quieres quedar... en fín, que todo este ritual se va "complicando" hasta que un día....
"Tio, tienes que currártelo"
¿Alguna vez te ha dicho una mujer "Tio, tienes que currartelo"? Si la respuesta es no, no te preocupes, es posible que aún no haya llegado tu momento. Si la respuesta es si, no desesperes, no es tan malo como parece.
Analicemos la expresión "tio, tienes que currártelo":
En primer lugar "Tio". En principio puede parecer que te ha confundido con algún componente de la familia, pero no es así. Ella sabe que eres un hombre, pero no te va a decir "Hombre, tienes que currartelo", porque eso sería como decirte que espabiles, que estás atontado y descentrado respecto a lo que ella espera. En su lugar ella utliliza "Tio". Parece como si tratara de elevar tu autoestima, no eres un hombre (simple) no no, tu eres un "Tio", es decir, un hombre elevado al cuadrado. Se que parecen matemáticas pero, ¿a que dicho así te dan ganas de mirarte al espejo sin camiseta y decirte: Joer ¡¡que tio!!? Depende de la imaginación que tengas, puede que hasta parezca que se te están marcando los abdominales (¡¡PGGG!!, despierta chaval y sigue leyendo). Pues si crees que ella lo dice sin querer, ¡¡jaaaaa!!, no la subestimes. No olvides que te lo ha dicho una mujer, un ser con una inteligencia a prueba de "tios", es decir, imitando una canción de Chenoa, cuando tu vas ya ella vuelve. Total, que si ya te sientes en la cúspide de la cadena evolutiva, pensando que lo siguiente por escuchar es "Bésame" o algo así, te recomiendo que te agarres los calzones y te compres un chubasquero, porque ahora viene la segunda parte.
En segundo lugar "...tienes que currartelo". Amigo, nunca fue tan rápido el descenso desde la cima hasta el fondo del valle. Ni el agua del oceano mojó tanto como el de una jarra. ¿Que pensabas? ¿que iba a ser tan facil? . Bueno, no dramatices. Analicemos. Si eres un tio que trabaja todo el día, llegas a casa deseando estar con la mujer, vas a la cocina y la coges por la cintura, intentando probar el postre antes del primer plato y ella te frena diciendo "tienes que currartelo"... no te lo tomes al pie de la letra, no te está pidiendo que vuelvas al curro, ni te está diciendo que eres poco trabajador, ni te está pidiendo que te disfraces de Curro Jimenez, no no. Lo más probable es que debas lavarte las manos antes de tocar el pan. Tranquilo jaja, es broma. Hay mujeres para todos los gustos y colores, en realidad ellas son como la paleta de un artista..., rectifico, ellas son artistas. No me mires así de confuso. Si te das cuenta, con la frase ella ya ha dibujado su primer trazo sobre el lienzo. Es un juego interesante. Ella dibuja los trazos y nosotros es probable que debamos poner el color. Pues bien, nosotros sabemos que colores nos gustan y probablemente serán esos los que tu vas a aplicar, pero¿Te has molestado en preguntarle cuales son los colores que le gustan a ella? Asi es amigo, ese es tu curro. ¡¡Pobre de ti si no muestras interés!! Da igual si eres Brat Pit, tienes un culo que no deja arrugas en el pantalón o conduces un flamante Porsche 911, porque a ojos de ellas serás menos interesante que el tomate de una Big Mac del Macdonald de la esquina.
Lo explicaré de otra forma. Como decía en otro párrafo, hay mujeres para todos los gustos y colores. Ellas, como artistas que son, ya tienen una visión del cuadro terminado, es decir, saben lo que quieren. ¡¡Si, has leido bien!! Saben perfectamente lo que quieren, por lo tanto estás de enhorabuena. Pensándolo un poco, lo que has de averiguar es lo que le gusta.
¿Como hacerlo? A lo mejor no te gusta lo que voy a decirte, pero... en muchos casos la respuesta la tienen ellas. Aunque como nosotros ya sabemos, podemos usar el "As", con el que podemos sacar matrícula de honor. Para eso sólo hace falta que sepas una cosa: "Tio, tienes que currártelo"
martes, 26 de abril de 2011
... en mi pequeña Westfalia.
Nunca te vi tan cercana... como aquella noche de lunes
nunca me acariciaste el pecho y el torso... como aquella noche de lunes
nunca te habías apropiado de mi pantalón...como aquella noche de lunes
nunca me besaste con tanta pasión...como aquella noche de lunes
nunca me robaste la mano para sentirme con plenitud... como aquella noche de lunes
nunca sentistes algo parecido...como aquella noche de lunes
Aquella noche de lunes...en mi pequeña Westfalia.
Chenzhen
Chenzhen
jueves, 17 de marzo de 2011
Japón, el Pais del Sol Naciente
Japón, tambien conocido como el pais del Sol Naciente. Un pueblo organizado, cívico, disciplinado con una cultura ancestral. Una potencia mundial que despierta la admiración de muchos cuidadanos anónimos. Estoy convencido de que el pueblo japonés volverá a ver renacer su nación, tal como hace el Sol cada mañana desde que la tierra existe.
Desde mi blog, mis condolencias, admiración y solidaridad con el pueblo japonés.
La última hora de todos los acontecimientos desde este enlace:
http://www3.nhk.or.jp/nhkworld/
http://www3.nhk.or.jp/nhkworld/spanish/top/index.html
domingo, 6 de febrero de 2011
No importa el tiempo, solo el camino (parte 2)
La noche transcurre lentamente. No dejo de dar vueltas en el saco, buscando la manera de que los golpes de viento en la caseta me dejen tomar un rato de sueño continuado. La temperatura a esta cota es muy baja. No me atrevo a mirar el termómetro, pero es posible que hayan unos doce grados bajo cero. Por lo menos el saco me mantiene suficientemente caliente como para no tener que preocuparme del frio. Intentaré dormir un rato más.
Abro los ojos. Todo está oscuro a mi alrededor. El viento continúa sacudiendo por momentos la caseta. Del bolsillo del saco extraigo el reloj. Las 5.30. Ya no tengo más sueño. Sin salir al exterior puedo deducir que el tiempo no mejora, así que mientras preparo el desayuno pensaré lo que haré hoy. Antes del desayuno, me afano en recoger la tienda y preparar la mochila. Dejo por fuera la ropa que me pondré, lo necesario para el desayuno y el resto lo guardo en los compartimentos adecuados. Bueno, pues allá voy. Desayuno... ¿que tengo por aqui? Leche, cereales, chocolate y quizás una barrita energética serán los componentes para el desayuno de hoy. Es especial la sensación que se experimenta en este momento. Estoy aquí arriba, aislado, sólo, con mi taza de leche en la mano y no estoy pensando en nada. Lo he dejado todo allá abajo en la ciudad. Se que volveré, pero alli no puedo sentir lo que siento aquí. La tranquilidad, la serenidad, la seguridad y sobre todo comprobar que la mente se transforma. Es como si para mi mente todo esto fuera un baño de optimismo, una liberación. No se trata de huir de los problemas, tan solo apartarlos durante un tiempo y disfrutar de la vida como lo estoy haciendo ahora. Soy capaz de saborear los alimentos que ingiero, los percibo con el paladar separando los sabores y disfrutando de cada matiz. Soy capaz de oir la insistencia del viento como un elemento más de la naturaleza, pero lo mejor de todo es que me acompaña. Parece como si viera en mi un elemento nuevo en su entorno con el que jugar. Parece un niño que no hace más que llamar la atención para que juegue con él. Pero claro... a ver quien es el guapo que sale a las 6.00 de la mañana a jugar ahí fuera jaja. La risa. Si alguien pudiera grabarme cuando me rio, pensaría que no estoy del todo cuerdo. La soledad de la montaña hay que saber llevarla. Unas veces me rio de cosas de las que me acuerdo, otras veces me sonrío por la suerte que tengo de poder tener este tipo de experiencias, pero no es facil reirse en aquellas ocasiones en las que la suerte no acompaña y tengo que darme la vuelta porque algo falla, ya sea por el mal tiempo, una caida etc. Nunca llueve a gusto de todos. Bueno, en mi caso ha nevado toda la noche... ¿habrá suerte hoy?
Termino el desayuno. Algo de claridad se nota en el exterior. Salgo del saco, me visto con la indumentaria básica, me calzo las botas y me dispongo a salir de la tienda. Al abrir la cremallera una cascada de nieve cae delante de mi. Con las manos la aparto y consigo salir. Me pongo de pie y.....¿como lo digo? ¿como puedo describir lo que veo? ¡¡¡ Increible !!! No, este término no es capaz de reflejar la vista que tengo delante. La tienda está casi sepultada por la nieve. Todo está blanco a mi alrededor. Ya vienen de camino, pero pronto llegarán hasta aquí los primeros rayos de sol. Hace mucho frio y aunque el viento ha rebajado su intensidad aun es capaz de tambalearme como una rama. Delante de mi hay una vista impresionante. La llanura que atravesé ayer está completamente blanca al igual que las montañas circundantes. Allá abajo aun hay oscuridad, una oscuridad que pronto se disipará con los primeros rayos de sol de la mañana. Miro hacia arriba, pero no puedo ver la cumbre. Aún queda camino por recorrer. Ya no aguanto más tiempo aquí, me quiero poner en marcha.
Me dispongo a recoger la tienda y prepararme para el camino. La mochila está algo más ligera que ayer. El que va más cargado soy yo, pero no de peso sino de ganas e ilusión por el ascenso.
Un paso, otro paso, miro al frente y allá voy jajaja. Esto es como el tren de la guardería cuando era pequeño. Todos agarrados por la cintura y paso a paso recorríamos el patio, algunos (como yo) no podíamos dejar de hacer el sonido del tren ¡¡Uuuuu Uuuuuuuuu !! Pues mi tren ya ha partido, rumbo a La Cima. ¡¡ Cuanta vida se respira aquí !! Me gusta el sonido de la nieve a mi paso, el silencio que por momentos adopta el sonido, el aire límpio que entra en los pulmones, la estampa natural de un paisaje que me atrapa...
Llevo un rato caminando y el sol me acompaña con su energía. He atravesado dos cuestas muy duras. Mientras avanzo una figura de piedra asoma tras una colada volcánica y a cada paso se va haciendo más grande, enorme, gigante.... es el cono volcánico. Su imagen me paraliza. La piel se eriza al contemplar la majestuosidad con la que se alza ante mis ojos. Está completamente nevado. No puedo evitar preguntarme como se habrá formado, tambien las condiciones ambientales que se habrán dado aquí durante ese momento. Arriba, en la cima del volcán observo como el viento arrastra partículas de nieve por el cielo. No hay nubes, pero el viento juguetón sabe utilizar los recursos naturales para lograr su objetivo, llamar mi atención. A mi también me gusta jugar, por esa razón estoy dispuesto a llegar allí arriba.
Estoy justo en la subida al cono. Me falta poco, pero esta parte será algo más dura que las anteriores. Yo me encuentro perfectamente. Estoy con buen ánimo, el día acompaña y la cima está cerca. Comienzo el ascenso del último tramo. Los pasos son cada vez más cortos. El viento es también más fuerte. La respiración se hace más dificil. Aquí arriba las cuentas matemáticas no son siempre exactas. Lo compruebo porque doy tres pasos y retrocedo dos. Una cosa está clara, nada me hará abandonar ni retrocediendo diez pasos, así que sigo adelante hasta que consiga el ascenso. Miro hacia arriba, doy unos pasos. Miro hacia abajo, sigo avanzando. Miro hacia arriba, ya estoy llegando. Miro hacia abajo ¡¡coño esto está costando!! (¿Les ha parecido en pareado? Pues lo era: El Pareado Montañero)
Continuo avanzando. Tengo la mirada en mi pasos y me tropiezo con una roca. Luego me levanto de nuevo y miro al frente. Algo no va bien. Noto como si la ropa me incomodara. No le presto atención, pero además de eso algo no cuadra aquí. Estoy a punto de llegar a la cima, pues veo que a unos metros ya no hay más camino ni roca por la que ascender, sin embargo ya hace rato que no siento el viento, ni el frio ¿que ocurre? ¿que pasa? ¿donde están?. Estoy de pie a unos metros de la cima y no me molestan las botas ni siento peso en mi espalda. Llevo una mano a la mochila para coger la cantimplora... ¡¡¡Sorpresa!!! La mochila no está. Siento una sensación de calor que me pone nervioso, no entiendo nada. Miro a mi alrededor y veo el paisaje. De repente....
Suena un móvil..... Con una mano lo sujeto, miro la pantalla y leo: Alarma 8.00 de la mañana. Lo suelto en la mesa de noche y cuando miro a mi alrededor todo ha desaparecido, la nieve, el frio , el cono volcanico, la mochila, el viento, el paisaje.... Me percato de que estoy en mi habitación. Cuando intento salir de la cama algo cae al suelo. Al mirar veo el teclado del ordenador. Miro a la pantalla que está escendida, muevo el ratón y..... todo parece cobrar sentido. En la pantalla está mi blog. En el una historia que contar: No importa el tiempo, solo el camino.
No puedo reprimirme a mirar por la ventana. Allí está, alta, imponente, desafiante, con un vestido blanco hasta su cintura........
ChenZhen
Abro los ojos. Todo está oscuro a mi alrededor. El viento continúa sacudiendo por momentos la caseta. Del bolsillo del saco extraigo el reloj. Las 5.30. Ya no tengo más sueño. Sin salir al exterior puedo deducir que el tiempo no mejora, así que mientras preparo el desayuno pensaré lo que haré hoy. Antes del desayuno, me afano en recoger la tienda y preparar la mochila. Dejo por fuera la ropa que me pondré, lo necesario para el desayuno y el resto lo guardo en los compartimentos adecuados. Bueno, pues allá voy. Desayuno... ¿que tengo por aqui? Leche, cereales, chocolate y quizás una barrita energética serán los componentes para el desayuno de hoy. Es especial la sensación que se experimenta en este momento. Estoy aquí arriba, aislado, sólo, con mi taza de leche en la mano y no estoy pensando en nada. Lo he dejado todo allá abajo en la ciudad. Se que volveré, pero alli no puedo sentir lo que siento aquí. La tranquilidad, la serenidad, la seguridad y sobre todo comprobar que la mente se transforma. Es como si para mi mente todo esto fuera un baño de optimismo, una liberación. No se trata de huir de los problemas, tan solo apartarlos durante un tiempo y disfrutar de la vida como lo estoy haciendo ahora. Soy capaz de saborear los alimentos que ingiero, los percibo con el paladar separando los sabores y disfrutando de cada matiz. Soy capaz de oir la insistencia del viento como un elemento más de la naturaleza, pero lo mejor de todo es que me acompaña. Parece como si viera en mi un elemento nuevo en su entorno con el que jugar. Parece un niño que no hace más que llamar la atención para que juegue con él. Pero claro... a ver quien es el guapo que sale a las 6.00 de la mañana a jugar ahí fuera jaja. La risa. Si alguien pudiera grabarme cuando me rio, pensaría que no estoy del todo cuerdo. La soledad de la montaña hay que saber llevarla. Unas veces me rio de cosas de las que me acuerdo, otras veces me sonrío por la suerte que tengo de poder tener este tipo de experiencias, pero no es facil reirse en aquellas ocasiones en las que la suerte no acompaña y tengo que darme la vuelta porque algo falla, ya sea por el mal tiempo, una caida etc. Nunca llueve a gusto de todos. Bueno, en mi caso ha nevado toda la noche... ¿habrá suerte hoy?
Termino el desayuno. Algo de claridad se nota en el exterior. Salgo del saco, me visto con la indumentaria básica, me calzo las botas y me dispongo a salir de la tienda. Al abrir la cremallera una cascada de nieve cae delante de mi. Con las manos la aparto y consigo salir. Me pongo de pie y.....¿como lo digo? ¿como puedo describir lo que veo? ¡¡¡ Increible !!! No, este término no es capaz de reflejar la vista que tengo delante. La tienda está casi sepultada por la nieve. Todo está blanco a mi alrededor. Ya vienen de camino, pero pronto llegarán hasta aquí los primeros rayos de sol. Hace mucho frio y aunque el viento ha rebajado su intensidad aun es capaz de tambalearme como una rama. Delante de mi hay una vista impresionante. La llanura que atravesé ayer está completamente blanca al igual que las montañas circundantes. Allá abajo aun hay oscuridad, una oscuridad que pronto se disipará con los primeros rayos de sol de la mañana. Miro hacia arriba, pero no puedo ver la cumbre. Aún queda camino por recorrer. Ya no aguanto más tiempo aquí, me quiero poner en marcha.
Me dispongo a recoger la tienda y prepararme para el camino. La mochila está algo más ligera que ayer. El que va más cargado soy yo, pero no de peso sino de ganas e ilusión por el ascenso.
Un paso, otro paso, miro al frente y allá voy jajaja. Esto es como el tren de la guardería cuando era pequeño. Todos agarrados por la cintura y paso a paso recorríamos el patio, algunos (como yo) no podíamos dejar de hacer el sonido del tren ¡¡Uuuuu Uuuuuuuuu !! Pues mi tren ya ha partido, rumbo a La Cima. ¡¡ Cuanta vida se respira aquí !! Me gusta el sonido de la nieve a mi paso, el silencio que por momentos adopta el sonido, el aire límpio que entra en los pulmones, la estampa natural de un paisaje que me atrapa...
Llevo un rato caminando y el sol me acompaña con su energía. He atravesado dos cuestas muy duras. Mientras avanzo una figura de piedra asoma tras una colada volcánica y a cada paso se va haciendo más grande, enorme, gigante.... es el cono volcánico. Su imagen me paraliza. La piel se eriza al contemplar la majestuosidad con la que se alza ante mis ojos. Está completamente nevado. No puedo evitar preguntarme como se habrá formado, tambien las condiciones ambientales que se habrán dado aquí durante ese momento. Arriba, en la cima del volcán observo como el viento arrastra partículas de nieve por el cielo. No hay nubes, pero el viento juguetón sabe utilizar los recursos naturales para lograr su objetivo, llamar mi atención. A mi también me gusta jugar, por esa razón estoy dispuesto a llegar allí arriba.
Estoy justo en la subida al cono. Me falta poco, pero esta parte será algo más dura que las anteriores. Yo me encuentro perfectamente. Estoy con buen ánimo, el día acompaña y la cima está cerca. Comienzo el ascenso del último tramo. Los pasos son cada vez más cortos. El viento es también más fuerte. La respiración se hace más dificil. Aquí arriba las cuentas matemáticas no son siempre exactas. Lo compruebo porque doy tres pasos y retrocedo dos. Una cosa está clara, nada me hará abandonar ni retrocediendo diez pasos, así que sigo adelante hasta que consiga el ascenso. Miro hacia arriba, doy unos pasos. Miro hacia abajo, sigo avanzando. Miro hacia arriba, ya estoy llegando. Miro hacia abajo ¡¡coño esto está costando!! (¿Les ha parecido en pareado? Pues lo era: El Pareado Montañero)
Continuo avanzando. Tengo la mirada en mi pasos y me tropiezo con una roca. Luego me levanto de nuevo y miro al frente. Algo no va bien. Noto como si la ropa me incomodara. No le presto atención, pero además de eso algo no cuadra aquí. Estoy a punto de llegar a la cima, pues veo que a unos metros ya no hay más camino ni roca por la que ascender, sin embargo ya hace rato que no siento el viento, ni el frio ¿que ocurre? ¿que pasa? ¿donde están?. Estoy de pie a unos metros de la cima y no me molestan las botas ni siento peso en mi espalda. Llevo una mano a la mochila para coger la cantimplora... ¡¡¡Sorpresa!!! La mochila no está. Siento una sensación de calor que me pone nervioso, no entiendo nada. Miro a mi alrededor y veo el paisaje. De repente....
Suena un móvil..... Con una mano lo sujeto, miro la pantalla y leo: Alarma 8.00 de la mañana. Lo suelto en la mesa de noche y cuando miro a mi alrededor todo ha desaparecido, la nieve, el frio , el cono volcanico, la mochila, el viento, el paisaje.... Me percato de que estoy en mi habitación. Cuando intento salir de la cama algo cae al suelo. Al mirar veo el teclado del ordenador. Miro a la pantalla que está escendida, muevo el ratón y..... todo parece cobrar sentido. En la pantalla está mi blog. En el una historia que contar: No importa el tiempo, solo el camino.
No puedo reprimirme a mirar por la ventana. Allí está, alta, imponente, desafiante, con un vestido blanco hasta su cintura........
ChenZhen
domingo, 9 de enero de 2011
No importa el tiempo, sólo el camino. (Parte 1)
Algo se activa en mi mente. Abro los ojos. Los músculos se llenan de sangre, cogiendo el tono necesario para iniciar el movimiento. De un salto salgo de mi saco y me apresuro a vestirme. El frio intenta hacerse conmigo, pero mis ganas de iniciar la jornada lo apartan de mi camino. La camiseta térmica se ajusta a mi pecho y espalda. Los calcetines se adhieren al pie y me siento cómodo. El pantalón de Gore lo abrocho a la cintura y rápidamente voy a por la chaqueta cortaviento. Esta prenda es la que más me gusta, ofreciendo comodidad y protección frente al frio. Me calzo las botas y ato los cordones. Pongo el saco en su funda y preparo la mochila, pero queda lo mejor...el desayuno. Una barrita energética, un poco de chocolate disuelto en mi taza de leche y medio bocadillo con pan de cereales. Todo esto acompañado por la increible vista que se observa desde lo alto de la colina en la que me encuentro.
También ante mi está ella. Alta, imponente, desafiante, con un vestido blanco hasta su cintura y con el intenso frio de la mañana como aliado. Estoy sentado mirándola, los dos frente a frente. No necesitamos decir ninguna palabra. Tan sólo con mirarla me alienta a ir en su busca y me incita a conquistarla. Se que no me lo pondrá nada fácil. No tengo más que fijarme en la rapidez con la que una nube desciende por la ladera.
El desayuno y mis pensamientos llegan a su fin. Guardo mi taza y los envoltorios. Me pongo de pie. Mi mochila en la espalda es el preludio de que estoy listo. No puedo moverme de aqui sin verla de nuevo. Ahí está. Un último mensaje nos intercambiamos. Con mi mirada solo puedo decirle: Te alcanzaré, contra el viento y el frio, contra el cansancio y la fatiga, contra los calambres y la sed, si tu lo deseas... ¡te conquistaré!
¡¡En Marcha!! Primero un paso, luego el segundo. Las botas comienzan el camino dejando las primeras huellas en la tierra. Me dirijo colina abajo por el sendero. Un sendero que me llevará hasta la llanura que me separa de mi objetivo. El descenso se hace ameno. Mientras camino observo el paisaje. Las primeras luces del día ya han llegado para quedarse e iluminan tímidamente el entorno. Prácticamente solo oigo mis pasos y el sonido de la brisa montañera. El frio y la ausencia de vegetación entre las rocas hace que el olfato parezca dormido. No obstante, cuando llegue a la llanura, las solitarias retamas me acompañarán con su característico olor seco y rancio, pues en invierno carecen de flores.
Despues de dos horas, ya he recorrido la mitad de la extensa llanura. El paisaje volcánico se vuelve cada vez más duro e inhóspito. Pero mi energía apenas se consume. Estoy próximo a la ladera de la montaña y estoy animado. Cada vez que la miro me siento afortunado de estar aquí, de poder admirar su impresionante silueta, pero sobre todo por esa sensación de desafiante aventura que supone el ascenso, de medir mi resistencia y como no, el premio final, conquistar la cima.
Una hora de camino me situa en la falda de la montaña. Atrás quedó la colina, la llanura y parte de la ladera por la que he subido hasta este punto.Aprovecho para descansar y tomar algó de alimento, pues la parte más dificil llega ahora. Aunque no estoy cansado se que debo adoptar un paso firme y seguro, lento pero constante. Quizás podía haber llegado hasta aquí en menos tiempo pero ¿que prisa tengo? Ninguna. Con cada paso andado me llevo conmigo cientos de imagenes. Es algo así como ir haciendo una fotografía con cada pestañeo. En algunos momento esas fotos han ido acompañadas de pensamientos sobre el paisaje, recuerdos de buenos momentos, de anecdotas simpáticas, de gente que he conocido, de mi situación personal... El tiempo no importa, el camino lo es todo.
Aqui estoy. Miro hacia arriba. El silencio se apodera del ambiente. Tan solo la brisa se atreve a romperlo por momentos. De nuevo la mochila en la espalda, me pongo el pasamontañas y los guantes. Tardaré en llegar a la cota de nieve y el frío será más intenso mientras vaya ganando altura. También tengo en el lateral de la mochila los crampones, puesto que la nieve y el hielo son dos aliados que dificultan el paso. Es el momento de iniciar la marcha.
El sendero aumenta los grados de inclinación de la ruta. El paso y la respiración se coordinan despues de unos minutos, haciendo que el ritmo se vuelva constante. Las piernas comienzan a notar el esfuerzo necesario para desplazar mi peso, el de la ropa y el de la mochila. La espalda y los hombros aun no molestan. Mientras camino, el frio va congelando la cavidad nasal y pronto será necesario un pañuelo. ¡¡Pañuelo!! Tan solo pensarlo me pone nervioso.Yo los metí en la mochila pero... ¿en que parte? Tragarme los mocos no es una opción, pero intentar encontrar los pañuelos sería como buscar un premio en las tapas de los refrescos. Así que optaré por un término medio, unas ramas secas (no me pidas que lo explique, mejor usa tu imaginación).
Mientras realizo el ascenso envuelto en mis pensamientos, apenas me he dado cuenta de que ya estoy en zona de nieve. Hace unos minutos que aparecieron las primeras señales de la nevada, que hace dos noches tiñó de blanco esta cota. El suelo se ha vuelto blanco y poco a poco las botas se van enterrando dejando huellas en la nieve. La nieve es blanda y de momento no se hace necesario utilizar los crampones. Debo estar en torno a unos 2800 metros y el frío es intenso. El viento se hace fuerte por momentos y está nublado. Debo avanzar un poco más e intentar buscar refugio por si las condiciones empeoran.
Despues de un rato más de camino veo dos rocas grandes separadas entre sí. Me acerco, me quito la mochila y agarro una piedra que está en el suelo, a mi lado. Me propongo golpear la nieve que está en la parte superior de las rocas y observo que está dura y es consistente. Primero con los guantes y luego con la ayuda de la tapa de la cocinilla, comienzo a excavar en la nieve que separa las dos rocas, consiguiendo hacer así un pequeño refugio donde quepamos la mochila y yo. Cuando acabo me dispongo a acomodarme como pueda. Miro el reloj y me percato de que la tarde avanza y en unas horas esta ladera de la montaña estará a oscuras. Sería conveniente aprovechar las horas de luz que aun quedan para avanzar y tener tiempo de prepararme para la noche. Pero no hay prisa. El cansancio y la necesidad de consumir alimento son ahora la prioridad. Supongo que la noche será dura y he de prepararme. Aqui no hay espacio para montar la tienda, asi que he de improvisar con ella la forma de pasar la noche entre estas dos rocas. Estas son tan grandes que me permitirán resguardarme de alguna posible avalancha. Despues de un duro trabajo, consigo que casi la mitad de la caseta quede en medio de las enormes rocas. Preparo el interior de la tienda con lo necesario para pasar la noche. Para mi tranquilidad, decido revisar los anclajes de la tienda para evitar que el viento pueda soltarlos. Creo que todo está en condiciones y entro en la tienda.
Aun no ha anochecido, pero pronto lo hará. Pasaré la noche aquí y mañana temprano iniciaré la marcha. Fuera la tarde se oscurece. El frio se hace más intenso y el viento arrecia. El interior de la tienda transmite una sensación insegura, ya que las membranas son sacudidas por el viento. Por momentos parece como si se fueran a romper. El plan está bastante claro. La cena y el descanso son las actividades que puedo llevar a cabo. Es la hora de la cena la que me transmite más sensación de soledad, pero es tambien la que me permite sentirme más capaz, mas fuerte, más sólido y sobre todo independiente. La indepencencia es buena, pero puede costar cara. Aislarse es algo necesario en determinados momentos, pero tambien lo es estar acompañado por la gente que comparte esta afición por las montañas y el deporte. Hoy estoy solo, mañana quizás no.
También ante mi está ella. Alta, imponente, desafiante, con un vestido blanco hasta su cintura y con el intenso frio de la mañana como aliado. Estoy sentado mirándola, los dos frente a frente. No necesitamos decir ninguna palabra. Tan sólo con mirarla me alienta a ir en su busca y me incita a conquistarla. Se que no me lo pondrá nada fácil. No tengo más que fijarme en la rapidez con la que una nube desciende por la ladera.
El desayuno y mis pensamientos llegan a su fin. Guardo mi taza y los envoltorios. Me pongo de pie. Mi mochila en la espalda es el preludio de que estoy listo. No puedo moverme de aqui sin verla de nuevo. Ahí está. Un último mensaje nos intercambiamos. Con mi mirada solo puedo decirle: Te alcanzaré, contra el viento y el frio, contra el cansancio y la fatiga, contra los calambres y la sed, si tu lo deseas... ¡te conquistaré!
¡¡En Marcha!! Primero un paso, luego el segundo. Las botas comienzan el camino dejando las primeras huellas en la tierra. Me dirijo colina abajo por el sendero. Un sendero que me llevará hasta la llanura que me separa de mi objetivo. El descenso se hace ameno. Mientras camino observo el paisaje. Las primeras luces del día ya han llegado para quedarse e iluminan tímidamente el entorno. Prácticamente solo oigo mis pasos y el sonido de la brisa montañera. El frio y la ausencia de vegetación entre las rocas hace que el olfato parezca dormido. No obstante, cuando llegue a la llanura, las solitarias retamas me acompañarán con su característico olor seco y rancio, pues en invierno carecen de flores.
Despues de dos horas, ya he recorrido la mitad de la extensa llanura. El paisaje volcánico se vuelve cada vez más duro e inhóspito. Pero mi energía apenas se consume. Estoy próximo a la ladera de la montaña y estoy animado. Cada vez que la miro me siento afortunado de estar aquí, de poder admirar su impresionante silueta, pero sobre todo por esa sensación de desafiante aventura que supone el ascenso, de medir mi resistencia y como no, el premio final, conquistar la cima.
Una hora de camino me situa en la falda de la montaña. Atrás quedó la colina, la llanura y parte de la ladera por la que he subido hasta este punto.Aprovecho para descansar y tomar algó de alimento, pues la parte más dificil llega ahora. Aunque no estoy cansado se que debo adoptar un paso firme y seguro, lento pero constante. Quizás podía haber llegado hasta aquí en menos tiempo pero ¿que prisa tengo? Ninguna. Con cada paso andado me llevo conmigo cientos de imagenes. Es algo así como ir haciendo una fotografía con cada pestañeo. En algunos momento esas fotos han ido acompañadas de pensamientos sobre el paisaje, recuerdos de buenos momentos, de anecdotas simpáticas, de gente que he conocido, de mi situación personal... El tiempo no importa, el camino lo es todo.
Aqui estoy. Miro hacia arriba. El silencio se apodera del ambiente. Tan solo la brisa se atreve a romperlo por momentos. De nuevo la mochila en la espalda, me pongo el pasamontañas y los guantes. Tardaré en llegar a la cota de nieve y el frío será más intenso mientras vaya ganando altura. También tengo en el lateral de la mochila los crampones, puesto que la nieve y el hielo son dos aliados que dificultan el paso. Es el momento de iniciar la marcha.
El sendero aumenta los grados de inclinación de la ruta. El paso y la respiración se coordinan despues de unos minutos, haciendo que el ritmo se vuelva constante. Las piernas comienzan a notar el esfuerzo necesario para desplazar mi peso, el de la ropa y el de la mochila. La espalda y los hombros aun no molestan. Mientras camino, el frio va congelando la cavidad nasal y pronto será necesario un pañuelo. ¡¡Pañuelo!! Tan solo pensarlo me pone nervioso.Yo los metí en la mochila pero... ¿en que parte? Tragarme los mocos no es una opción, pero intentar encontrar los pañuelos sería como buscar un premio en las tapas de los refrescos. Así que optaré por un término medio, unas ramas secas (no me pidas que lo explique, mejor usa tu imaginación).
Mientras realizo el ascenso envuelto en mis pensamientos, apenas me he dado cuenta de que ya estoy en zona de nieve. Hace unos minutos que aparecieron las primeras señales de la nevada, que hace dos noches tiñó de blanco esta cota. El suelo se ha vuelto blanco y poco a poco las botas se van enterrando dejando huellas en la nieve. La nieve es blanda y de momento no se hace necesario utilizar los crampones. Debo estar en torno a unos 2800 metros y el frío es intenso. El viento se hace fuerte por momentos y está nublado. Debo avanzar un poco más e intentar buscar refugio por si las condiciones empeoran.
Despues de un rato más de camino veo dos rocas grandes separadas entre sí. Me acerco, me quito la mochila y agarro una piedra que está en el suelo, a mi lado. Me propongo golpear la nieve que está en la parte superior de las rocas y observo que está dura y es consistente. Primero con los guantes y luego con la ayuda de la tapa de la cocinilla, comienzo a excavar en la nieve que separa las dos rocas, consiguiendo hacer así un pequeño refugio donde quepamos la mochila y yo. Cuando acabo me dispongo a acomodarme como pueda. Miro el reloj y me percato de que la tarde avanza y en unas horas esta ladera de la montaña estará a oscuras. Sería conveniente aprovechar las horas de luz que aun quedan para avanzar y tener tiempo de prepararme para la noche. Pero no hay prisa. El cansancio y la necesidad de consumir alimento son ahora la prioridad. Supongo que la noche será dura y he de prepararme. Aqui no hay espacio para montar la tienda, asi que he de improvisar con ella la forma de pasar la noche entre estas dos rocas. Estas son tan grandes que me permitirán resguardarme de alguna posible avalancha. Despues de un duro trabajo, consigo que casi la mitad de la caseta quede en medio de las enormes rocas. Preparo el interior de la tienda con lo necesario para pasar la noche. Para mi tranquilidad, decido revisar los anclajes de la tienda para evitar que el viento pueda soltarlos. Creo que todo está en condiciones y entro en la tienda.
Aun no ha anochecido, pero pronto lo hará. Pasaré la noche aquí y mañana temprano iniciaré la marcha. Fuera la tarde se oscurece. El frio se hace más intenso y el viento arrecia. El interior de la tienda transmite una sensación insegura, ya que las membranas son sacudidas por el viento. Por momentos parece como si se fueran a romper. El plan está bastante claro. La cena y el descanso son las actividades que puedo llevar a cabo. Es la hora de la cena la que me transmite más sensación de soledad, pero es tambien la que me permite sentirme más capaz, mas fuerte, más sólido y sobre todo independiente. La indepencencia es buena, pero puede costar cara. Aislarse es algo necesario en determinados momentos, pero tambien lo es estar acompañado por la gente que comparte esta afición por las montañas y el deporte. Hoy estoy solo, mañana quizás no.
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