miércoles, 28 de julio de 2010

La visita (5ª parte)

Durante el sueño algo me hizo sentir incómodo, como si alguien me observara. Abrí los ojos. Lo primero que vi fue la madera del suelo y el borde de mi fino colchón de plumas. Me giré y la vi a Ella. Estaba profundamente dormida. Caí en la cuenta de que me había despertado. ¿Cuanto tiempo habíamos dormido? Miré a mi alrededor. Todo estaba como lo habíamos dejado. Las tazas de té encima de la mesa y.... (alguien me sorprendió)

Chenzhen: ¿quien eres?

En uno de los futones había una persona. Era un hombre joven, pelo corto, castaño, ojos negros... Estaba allí sentado mirándonos y tomando un té. Se presentó.

Haru: Hola. Mi nombre es Haru. La puerta estaba abierta. He llamado pero como no respondía nadie he pasado. Luego os he visto dormidos y no he querido despertaros.

Chenzhen: Yo soy Chenzhen, pero llámame Chen. Eres bienvenido.

Nuestra pequeña conversación la despertó. Haru y yo la miramos. Ella se llevó las manos a los ojos en un intento de desperezarse. Cuando los abrió nos miró. Haru la saludó.

Haru: Hola

Ella: Hola

ChenZhen: Te presento a Haru, un nuevo visitante. Estaba la puerta abierta y no ha querido despertarnos.

Ella: Uuuffff, ¿cuanto he dormido?

Chenzhen: Pues no lo se. ¿Has descansado?

Ella: Si, mucho. Estoy relajada.

Haru: ¿Habeis hecho meditación?

Chenzhen: Si, algo parecido. Dime Haru, ¿que te a traído hasta aquí?

Haru se quedó en silencio. Estaba como absorto. Me di cuenta de que estaba mirando hacia donde estaba Ella. Parecía una pieza de basalto, inanimado, petrificado... La miré a Ella y me devolvió la mirada, esa que indica que estaba sorprendida por la reacción de Haru. Hice un intento de que Haru regresara de allá a donde estuviera, porque pensé que aunque no moviera ni una célula por lo menos su mente funcionaría. Me levanté y fui hasta donde él se hallaba sentado. Con un dedo pulsé en su hombro para asegurarme de que no era un mimo en plena actuación o por lo menos que era de carne y hueso, y no un humanoide creado por la industria japonesa a modo experimental. Justo al hacerlo Haru salió de su estado hierático con un pequeño salto en el futón y me miró con cierto asombro. A continuación me preguntó.

Haru: pero...¿tu no estabas sentado ahora mismo? ¿que haces aquí de pie?

Desde luego, el tiempo se había detenido para él. Mientras tanto, ella observaba todo lo que acontecía como si fuera la espectadora de una película o un musical. La expresión de su rostro era la de quien no entendía nada de lo que pasaba. Yo respondí a Haru con una pregunta.

Chenzhen: ¿que te ha pasado? Te has quedado paralizado durante un minuto. Ni te has enterado de que me he levantado.

Ella, al igual que yo, estábamos expectantes a la respuesta que iba a darnos. Miró de nuevo hacia donde estaba Ella. Se levantó y caminó unos pasos. Se sentó frente a Ella. Miró su cuello. Alzó con lentitud la mano dirigiéndola a ese punto. Ella con un gesto apartó la mano de Haru. Él no le dió importancia y dijo:

Haru: ¡¡ Es preciosa!! Un Fénix de "Yü"

Ella me miró y después de unos segundos me sonrió. Yo tardé en reaccionar, pero al final me reí con una leve carcajada que también la contagió a Ella

Chenzhen: jajajaja. Haru, ¿era por eso?

Haru estaba un poco desconcertado por nuestra risa. Pero el seguía a lo suyo

Haru: ¿Me dejas tocarlo?, le preguntó a Ella

Ella: Si. Jajajaja. Espera, que me lo quito.

Ella destrabó el colgante que llevaba puesto. Era una pequeña figura de un Fénix tallado en Jade ("Yü", como lo llama en China). Haru lo cogió en sus manos y lo examinó como si se tratara de un diamante.

Haru: Este Jade es muy valioso, ¿no lo sabían? Los Mayas lo asociaban como abundancia y fertilidad.

Chenzhen: Cierto. En China es un mineral que representa la perfección, la inmortalidad y la nobleza.

Haru: ¡¡Excelente tallado!!! Me gustan los minerales y lo que se puede hacer con ellos. Tengo una pequeña colección que me traigo de los lugares que visito.

Chenzhen: Bueno, pues ahora creo que entiendo tu parálisis de hace un rato, jajajaja.

Haru: Jejejeje. Si, es que lo vi y ...

Ella miraba como Haru examinaba continuamente el colgante.

Ella: A mi también me gusta mucho este colgante. El Fénix representa el genero Yin (femenino).

Haru: Eso no lo sabía, ¿que representa el elemento Yan?

Así iniciamos una conversación interesante, llena de argumentos sobre los diferentes animales mitológicos de la cultura China.

La noche hizo su presencia de nuevo. Para mi era habitual que la noche y el día se unieran con facilidad, pues no me gustaba estar pendiente de la hora, tan sólo disfrutar de aquello que hago en cada momento. En este caso disfrutaba de la compañía de Ella y Haru. Quizás era el momento de saber si se quedarían a dormir y así preparar la cena.

Chenzhen: ¿Se quedan a cenar? También pueden quedarse a dormir si les apetece.

Ella y Haru se miraron respondiendo afirmativamente a la pregunta.

Haru: ¡¡¡ Te ayudo con la cena!!!

Ella: Yo voy a mi casa a recoger unas cosas que necesito y vuelvo en un momento.

Chenzhen: De acuerdo. Te acompaño a la puerta.

Haru: No hace falta Chen, ya la acompaño yo mismo. ¡Vamos!

Haru se levantó y le dió la mano a Ella para ayudarla. Ella me miró y me dijo:

Ella: ¡Hasta ahora Chen!

Fueron hacia la puerta de la entrada. Yo me dirigí a la cocina para ver que podíamos hacer de cena. Mientras buscaba en la despensa y en la nevera, oí un sonido del exterior de la casa. Era Ella. Su risa se colaba por el pasillo hasta la cocina. Haru también se reía, posiblemente por el efecto de algún chiste que no pudo pasar de la puerta para adentro.La puerta se cerró y Haru vino hacia la cocina.

Despues de un rápido concenso elegimos hacer una pequeña ensalada y un revuelto de champiñones. Nos pusimos a ello. Mientras, Haru me preguntó:

Haru: ¿como se llama esta chica?

Chenzhen: Pues no lo se. No me ha dicho su nombre.

Haru: Pues a mi tampoco me lo ha dicho. Le he preguntado pero ha evitado responder y se ha reido. Me ha dicho que tu le has preguntado sobre ella y que tampoco te ha contestado.

Chenzhen: Bueno, yo le pregunté el porqué de su visita.

La cocina se volvió un hervidero de preguntas por parte de Haru. El tema de conversación: Ella. Yo no podía contarle mucho. Durante nuestra charla Haru terminaba la ensalada y el revuelto estaba ya casi en su punto. Cubiertos y platos desfilaron sobre la mesa . La ensalada tenía una pinta esquisita. Los variados colores que mostraban los ingredientes eran un reclamo para los propios cubiertos, que vibraban nerviosos con los movimientos de la mesa. El revuelto de champiñones ocupó también su lugar centrando la atención de Haru, que en un movimiento fulgurante intentó pellizcar una lámina de champiñón que quería tirarse al vacio desde el plato. Pero Haru quedó perplejo, cuando por sorpresa apareció un trozo de pan volador que no solo evitó el suicidio del champiñón, sino que además lo raptó y lo trajo a mi boca en un gesto más rápido que el pestañeo del Hombre Invisible.

Suena el timbre. Inicio el camino hacia la puerta. Pero un formula 1 en forma de Haru, me adelanta por la izquierda desatado por la euforia. En ese momento paré el tiempo en mi mente.

Mi mente: (Todo se paró. Haru quedó incrustado en un segundo de este tiempo. Vi la postura atletica en la que había quedado congelado por mi mente. Un brazo hacia delante y otro atrás. Los ojos abiertos mirando al frente, hacia la puerta, meta particular a la que deseaba llegar desde que sonó el timbre. La camiseta arrugada por la velocidad con la que cruzaba el pasillo. Un pie en el suelo y el otro levantado casi simulando a Usain Bolt y preparado para el siguiente paso. Me situé delante de él y lo miré a los ojos. Le pregunté: ¿ porqué corres? ¿hay algo que deba saber?. Obviamente no me iba a responder, pero seguro que había una explicación para ello. Iba hacia mi posición inicial a la de la congelación del tiempo, cuando por el camino vi un mosquito que también había quedado en el aire. Nunca vi un mosquito de esta forma. Miré al mosquito, miré a Haru, mire de nuevo al mosquito y...tuve una idea. Lo cogí por un ala. Caminé hasta ponerme frente a Haru. Puse el mosquito en la trayectoria de su vista, delante de su ojo. Tenía la posibilidad de adelantar al Formula 1 de Haru en su camino hacia la puerta y de este modo descubrir que se traía entre manos. Me dirigí de nuevo a mi posición inicial y me preparé para volver a la realidad, es decir, a abrir la puerta a la que los dos estabamos avanzando. Con un solo pensamiento volvimos a la realidad)

Haru está apunto de llegar a la puerta cuando un mosquito le entra en el ojo.

Haru: ¡¡¡Ahiiii!!!

Chenzhen: ¿que te pasa?

Haru: ¡¡¡Algo me ha entrado en el ojo!!!

Chenzhen: Espera, dejame ver. Mmmm, si.

Cogí un pañuelo y con la punta le saqué lo que quedaba del mosquito. Tenía el ojo un poco lagrimoso, así que le di el pañuelo y me fuí a abrir la puerta.

¡¡La puerta se cristalizó!! En milésimas de segundo sentí que mi cuerpo no se movía. Me sentía atrapado, totalmente inhabilitado en todas mis funciones motrices. Los ojos se me quedaron abiertos y mis pupilas no podían moverse. De repente, frente a mis ojos apareció una figura. ¡¡Haru!! ..exclamé en mis adentros.

Mente de Haru:( Así que creias que ibas a detenerme. Parece que no va a ser así. Ahora que lo pienso Chen, ¿te gustan los mosquitos?)

Vi como Haru ponía un mosquito delante de mi ojo izquierdo. Esto me pareció injusto, porque mas que un mosquito parecía  Airbus 380. Tambien sabía que en cualquier momento Haru acabaría descongelando el tiempo, así que debía ser rapido.

(Con un pensamiento de Haru todo volvió a la realidad)

Como si fuese el mismo Bruce Lee, esquivé el mosquito y llegué al pomo de la puerta en un milisegundo. Haru también fue a por el pomo de la puerta encontrando mi mano en ella. Haru se quedó pasmado y nos sonreimos como dos crios que preparan una gamberrada. Recuperamos nuestra compostura normal para por fin abrir la puerta.

Giro el pomo. El portón de madera se abre hacia el interior. Una leve y fresca brisa invade la entrada y miramos al frente. Haru y yo nos desentendimos de la puerta, de la brisa, de la casa, de los mosquitos, de la luna, de las estrellas, en general hasta de la propia vida, porque la imagen de lo que estabamos viendo ante nuestros ojos captó, por completo, la atención de todos nuestros sentidos.

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