viernes, 17 de septiembre de 2010

¿Qué decides, 1 o 2?


1 es la unidad más perfecta del universo. Tan perfecta que es capaz de identificar lo más simple y lo más complejo. Para mi es como la base de cuanto conocemos. Algo así como el agua en la vida de nuestro planeta.

Nosotros somos 1. Si, así es. Podemos llamarnos Pablo, Ana, Michael, Xiaoyan. … como quieras, pero al final somos 1. Podemos tener más de un brazo, de una pierna, de una oreja, pero seguimos siendo 1. Podemos creer que nuestra personalidad es cambiante o doble, pero seguimos siendo 1. El 1 es además, singular, independiente,  vive a su aire, según sus propias reglas y sin la intervención descontrolada del resto de los  otros 1s. A veces se relaciona  pero lo hace bajo 1 grupo, 1 colectivo, 1 equipo de manera que en ningún caso abandona su unidad pues la camufla entre otro colectivo compuesto por más de una unidad, de 1. Como 1 nos presentamos a los demás. Mostramos de manera consciente o no nuestras cualidades, habilidades, pensamientos, creencias. Tenemos nuestras propias características como ser humano, algo que nos define como únicos, como el 1. A veces hay individuos que por diferentes razones dan a su propio ser un valor más alto que el de otro 1, sobre todo cuando dice eso de “Soy el número 1” ¿ que número va a ser si no? 1 es 1 y desde mi punto de vista el 1 no puede estar por delante ni por detrás del 1.

Al 1 le acompaña una condena, la soledad. Aunque también es capaz de adaptarse a esta circunstancia y ser feliz, tanto dentro de un grupo como fuera de el. Controla su propia existencia y además se enfrenta en solitario a todo tipo problemas sin necesidad de que otro 1 intervenga en su ayuda. Yo creo que este 1 es capaz de alcanzar la felicidad y al mismo tiempo aceptar o no otra posibilidad que le da las matemáticas. Una opción que puede cambiar su mundo tal como lo conoce siendo 1, La Suma.

La Suma es una operación que puede ser arriesgada, pues puede acabar con todas las ventajas de ser 1. Por el contrario también puede aportar ventajas distintas a las que se experimentan siendo 1. Si estás satisfecho/a como 1, ¡¡ felicidades!!. Si no es así, puedes cambiarlo. ¿Cómo?

Según las normas matemáticas, La Suma se conseguirá cuando l deje de ser la unidad independiente. Y esto es algo curioso porque ¿Cómo se logra eso? Pues nada más y nada menos que sumando…..1. ¿Ves? Ya estamos otra vez, otra vez el señor independiente 1. Está en todas partes. Pero bueno, tenemos una suerte inmensa porque podemos elegir entre 1(masculino) o 1 (femenino). ¿No te habías dado cuenta? Pues te digo más, podemos elegir entre 1 helado o 1 helada, pero piensa primero lo que quieres, no te vayas a arrepentir.

Pues como decía antes, podemos hacer que 1 se convierta en 2.

2 es la suma de la unidad 1 más otra unidad 1. Por ejemplo, puedes optar por pasar de comerte 1 bombón a 2 bombones. Hay quien dice que esta acción implica la posible suma de otra unidad 1 e incluso hasta varias sumas más, pero esto es algo que yo desaconsejo, pues la caja de bombones puede quedar exterminada en cuestión de minutos y… ¿que pasa luego? No lo voy e explicar, pues ya lo sabemos.

En La Suma, el 1 (masculino) y el 1 (femenino) pueden decidir sumarse entre si, aunque también existe la posibilidad de una suma entre 1s del mismo sexo. La unión se hace a través del signo positivo. El tiempo de duración de este proceso lo marca la propia operación matemática. Si lo haces con calculadora no se tarda más de dos o tres segundos, eso depende de la soltura de tus dedos. Si lo haces mentalmente…. puede que resulte algo más complicado. ¿Porqué? Pues por ejemplo por el tipo de unidades que estés pensando sumar, el sueldo de este mes y el próximo, las semanas que faltan para olvidarte del jefe y coger vacaciones, las páginas que faltan para terminar de leer tu libro favorito, las veces que la compañía telefónica te molesta para venderte la ultima y novedosa tarifa para el móvil, las veces que de forma intencionada le has dicho “no” ha ese hombre que tanto te gusta, las veces que has intentado ligar con esa mujer que te quita el sueño…..

Las operaciones matemáticas acaban siempre con un resultado, unas veces satisfactorio y otras no tanto. Lo que está claro es que sin unidades no hay operación, sin operación no hay resultado. ¿Tu que quieres? ¿Quieres ser una unidad? o ¿Quieres ser el resultado de la suma entre otra unidad y tu?

¿Qué decides?

domingo, 5 de septiembre de 2010

El Fuego - La Escultura Dorada

Uno de los elementos de la naturaleza que ha estado presente desde el comienzo de la vida es el Fuego. Podemos encontrarlo en múltiples formas, pero sin duda su propiedad más reconocida es la de ofrecer energía en forma de calor.

Cuando somos pequeños y vemos el fuego por primera vez lo más normal es que tengamos miedo por ser un elemento desconocido, pero ese miedo no es puro, porque está mezclado con esa sensación de sorpresa y curiosidad que nos invade cuando vemos esa llama de varios colores y cuya forma cambia en cada segundo.

Mientras vamos creciendo podemos encontrar otros tipos de fuego que generalmente asociamos también al término calor, puesto que una llama desprende energía y la recibimos a través de esa sensación de calor.

Esa energía, al igual que el fuego, también podemos percibirla de diferentes formas. Por ejemplo a través del sol, de un encendedor, del Tai Chi, del motor de un coche, del calor humano etc. Es durante nuestra vida donde podemos experimentar nuevas sensaciones que nos aporta este elemento, unas veces mágico y otras veces infernal. De todas sus formas hay dos que llamaron mi atención, posiblemente porque tiene un carácter de relación personal con otro ser humano y por ello se sitúan en un lugar reservado para el disfrute con la persona de la que te enamoras o que simplemente te agrada o te gusta. Una es el calor sexual y la otra….. la descubrí por casualidad. Es la Escultura Dorada.


La noche se había presentado en las montañas. Una ligera ventisca amontonaba gruesos copos de nieve en el tejado, las ventanas y la puerta principal. Los datos proporcionados por la estación meteorológica eran correctos. En la despensa tenía los víveres necesarios para catorce días, por lo que no debía preocuparme por ello. También está cubierta la reserva de leña para la chimenea, pues por la tarde me había adentrado en el bosque para aprovisionarme por si se hacía efectiva la alerta meteorológica.





La cabaña no era muy grande. Un dormitorio con litera, una habitación para la leña, un cuarto de baño con ducha y la habitación principal con una cocina nueva, un sofá y la chimenea. En el suelo, junto a esta, había una alfombra con el colchón de la litera sobre el que muchas veces pasaba la noche, pues apenas necesitaba una manta para dormir, ya que el fuego mantenía la habitación caliente.

Me habían destinado aquí. La empresa que me contrató me ofreció este puesto. Me ocupo de las mediciones de diversos aparatos meteorológicos y también de su mantenimiento. Por ello paso varios meses al año en la montaña. Es un buen trabajo, ya que me deja tiempo libre para recorrer el bosque, subir a lo alto de uno de los picos cercanos, puedo ir al lago del valle, correr, pero de lo que más disfruto es del atardecer. Me gusta preparar un termo con un caliente y cremoso chocolate. Lo pongo en la mochila con mi taza preferida. Me preparo con ropa de abrigo, me calzo las botas, mis guantes, pasamontañas y salgo rumbo a la cima. La cabaña está a 2.900 metros de altura y la cima está a más de 3500 metros. Se tarda una hora mas o menos en alcanzarla, pero para mi el tiempo es relativo. Una vez allí arriba, me siento en la roca cómodamente y disfruto del espectáculo que me ofrece la naturaleza, con el sol ocultándose en el horizonte y con la vista privilegiada sobre los valles cubiertos de nubes esponjosas, como si pudiera caminar sobre ellas e incluso coger alguna y hacerme una almohada para mi descanso nocturno. El viento es parte del paisaje y el frío es el indicador perfecto de que la naturaleza está viva, es independiente y no hace lo que yo quiera o desee, solo se muestra tal como es y le aporta a la montaña esa mezcla perfecta entre aventura y libertad.

Fuera de la cabaña el viento arrecia. Parece que va a ser una noche bastante fría. Acabo de cenar, así que después de recoger la cocina, me sentaré frente al fuego y leeré un buen libro. Ya estamos todos. Mi alfombra, mi manta, mi libro, el fuego y yo. ¡Ah! ¡se me olvidaba! También tenía de fondo el sonido exterior de la ventisca, que seguramente me estaba preparando el trabajo para mañana, ya que con cada tormenta es inevitable levantarse y despejar la entrada con una pala, y también liberar al tejado del peso de la nieve. Pero eso será mañana.

Escucho unos golpes en la puerta. Me levanto y me pongo un polar. De nuevo unos golpes en la puerta.

Pregunto: ¿Quién está ahí?
Una voz me responde: ¡¡Abre por favor!!

Abro la puerta con precaución. Tras la puerta tengo un tablón que la bloquea de forma parcial, por si alguien intentara empujarla y entrar a la fuerza. Frente a mi una persona de un metro setenta aproximadamente y con la ropa y la mochila cubiertas por la nieve.

Una voz: ¿Puedo refugiarme, por favor?

Vi que no había nadie más y le dejé pasar. Cerré la puerta y le ayudé a quitarse la mochila. Se quitó el pasamontañas. Era una mujer. Cuando se dio la vuelta nos miramos y…

Pedro: Pero….. ¿Qué haces aquí?

Ella medio sonriendo me responde:

Marta: Nada… que no tenía nada que hacer en casa y me apetecía subir.

Marta es una chica que conocí hace poco. Es una mujer aventurera. Le gusta la naturaleza y practica el senderismo. También le gusta correr por el bosque, montar en bicicleta y todas aquellas actividades que le ofrecen diversión y sobre todo libertad. De hecho, creo que de ahí le viene ese carácter inquieto y curioso, pues siempre está pensando en cual es la siguiente meta o actividad que quiere realizar.

Pedro: Pero Marta, venirte con este tiempo y sola, no ha sido buena idea. Podrías haberte quedado aislada en medio de la tormenta.

Marta: Lo se Pedro, pero ya está hecho y aquí estoy. Espero que no te haya molestado.

Me quedé mirándola pensando en lo que le iba a decir. Me parecía que se había arriesgado mucho viniendo en las condiciones en las que lo había hecho. Por otro lado tenía razón, ya estaba allí y además bién.

Pedro: No me molesta Marta. Lo cierto es que esto es una sorpresa. ¡¡Venga!!, quítate la chaqueta y ponte cómoda. ¿Te ha entrado agua en las botas?

Marta: Un poco si, creo que tengo los calcetines húmedos.

Pedro: Vale. Pasa a la habitación, que voy a por un par de los míos para que te los pongas. Ponte cómoda. ¿Ya has cenado?

Marta: No. Por el camino me he comido unas barritas energéticas y he traído algo de comer, pero no tengo hambre.

Pedro: Toma. Ponte estos calcetines. ¿quieres un poco de té o chocolate?

Marta: Si. Un chocolate caliente.

Pedro: Oye, si quieres puedes ducharte antes y así entrarás en calor y dormirás mejor.

Marta: Bién, pues allá voy.

Mientras Marta se duchaba, yo calentaba un poco de chocolate. También pensaba en la sorpresa de ver a Marta aquí. Una vez le conté como llegar, pero nunca pensé que viniera. Recuerdo que en una ocasión quise invitarla a ir de acampada una noche. Me costó decírselo, no se la razón. Al final le dije que si algún fin de semana no tenía planes, pues podríamos quedarnos de acampada. Ella me respondió, pero no lo hizo aceptando mi propuesta, tampoco rechazándola, así que el asunto quedó en el aire.

Cogí una taza y vertí el chocolate.




Pedro: ¡¡Marta!!, ¿quieres leche con el chocolate?

En ese momento Marta salió de la ducha con una camiseta de algodón, un pantalón bajo de algodón y la toalla en el pelo. Se acercó hasta la taza, observó el chocolate y me dijo:

Marta: No, me lo tomo sin leche.

Tras unos minutos salió del dormitorio y vino a por la taza.

Pedro: Marta, voy a la habitación a poner unas sabanas y la ropa de la cama.

Marta: Oye. Me gustaría quedarme junto a la chimenea que seguro que no hace tanto frío como en la habitación.

Mientras decía eso Marta vio que junto a la chimenea estaba mi manta y mi almohada.

Marta: ¿tu duermes junto a la chimenea?

Pedro: Si

Marta: ¡Ah! Bueno, pues si quieres duermo yo en la habitación, no me importa.

Pedro: Mmm, si quieres quedarte junto a la chimenea no pasa nada, yo me vengo a la habitación.

Una cierta tensión se palpa en el ambiente.

Marta: No Pedro, es tu sitio, no quiero echarte.

Marta se sonríe.

Pedro: Pues si a ti no te importa, hay hueco para los dos. Pero me da pena por la litera, ahora mismo pensará que ninguno quiere dormir con ella, jajaja.

Marta suelta una leve carcajada mientras me observa de allá para acá ocupado con la manta y la almohada para que ella duerma.

Cuando termino, me dirijo a la alfombra. Me tumbo, me tapo con la manta y de nuevo retomo la lectura de mi libro. Marta se termina el chocolate y se acerca hasta su manta.
Su colchón y el mío apenas están separados por unos centímetros. Mientras leo mi libro llega hasta mí una fragancia que no había percibido nunca en la cabaña. Tengo mis ojos puestos en los párrafos del libro, pero mi mente ya se ha interesado por saber el origen de aquel suave olor, interés que pronto adquirieron el resto de mis sentidos. Marta estaba mirando al techo, en silencio, como pensativa. La miro. Se toca el pelo con la mano, bueno mas bien lo tiene entre sus dedos. Supe entonces que el suave olor que percibía era de su pelo. Marta me mira y me pregunta:

Marta: ¿Me vas a decir algo?
Yo estoy aún mirando como sus dedos juegan entre su pelo, por lo que me cuesta pensar que le voy a responder.

Pedro: Si, ¿quieres jugar a las cartas?

Marta: ¡¡Si!!





Me levanto y voy a la habitación a por la baraja. Pasamos un largo rato entre reproches y risas, ya que a veces me acusa de hacer trampas y otras la pillo yo haciendo de las suyas. Estábamos cada uno a un extremo de la chimenea y en medio el lugar donde jugábamos la baraja. A Marta le toca repartir la última mano. Coge las cartas entre sus manos y las mezcla entre si. Yo me fijo en su rostro. El pelo suelto cae entre sus hombros. Lleva puestas sus gafas, que a mi parecer le dan un toque intelectual. La tenue luz del fuego acaricia su rostro con un color dorado que juega con el brillo y las sombras de sus rasgos. Es en este momento cuando Marta me dice:

Marta: Pedro ¿te pasa algo?

Yo me repongo como puedo y le contesto.

Pedro: mmm no, nada, que me he quedado pensativo.

Marta: Si quieres nos dormimos que ya es tarde.

Marta cree que yo la estoy escuchando, pero realmente yo ya estaba perdido. Marta hacía tiempo que me gustaba. Su educación, su manera de expresarse, la voz suave y llena de tonos sutiles como el de una armonía musical, sus gestos, su físico….. No hay nada que hacer, he caído en una atracción fulminante. Lo se porque nunca había estado a solas con ella y ahora está aquí, delante de mi. ¿Qué voy a hacer?

Marta: ¡¡ Pedro!!

Esta vez si que la escuché, pero no me inmuté. Solo pude decir:

Pedro: ¿Sabes que eres preciosa?

La cara de Marta parecía mármol. Ella no esperaba que yo le dijese algo así. Se quedó unos segundos callada. Segundos que a mi me parecieron decenios. Pero, ¿Qué he hecho? ¿Por qué le he dicho eso? ¿Qué ocurriría ahora?

Marta me mira. Creo que está pensando que es lo que me va a decir y me temo que esto no me va a gustar.

Marta: Gracias.

¿Gracias? Y ¿eso que significa? Creo que lo mejor es que nos vayamos a dormir.

Pedro: ¿Quieres dormir?

Marta: Si, estoy agotada.

Me levanto y pongo los colchones alineados, un poco retirados de la chimenea. La habitación estaba a buena temperatura para el sueño. La temperatura era estable. Situé el colchón de Marta frente a la chimenea, para que le llegara el calor de forma directa. El mío paralelo al suyo, justo detrás del de ella. Nos acostamos y nos dimos las buenas noches.

Marta: Pedro buenas noches.

Pedro: Buenas noches Marta, que descanses.

Aquí estoy. Delante de mi, en mi cabaña está Marta.
El silencio es perfecto para el sueño, pero no puedo dormir. Marta ni se mueve, posiblemente porque ya esté dormida. Me incorporo y la miro. Me doy cuenta de que tiene las gafas puestas. Voy a tratar de no despertarla mientras se las quito, porque si no es posible que se haga daño y las rompa.

Me levanto y me pongo entre la chimenea y ella. Tiene los ojos cerrados. Me quedo mirando su rostro iluminado por la luz del fuego. Levo mis manos con cuidado hasta las monturas de sus gafas y cuando intento retirarlas Marta abre los ojos.

Marta: ¡ayss, me las he dejado puestas!

Pedro: Si.

Marta intenta coger las gafas para quitárselas, pero yo aún no las he soltado.

Pedro: ¿Me permites?

Marta aparta sus manos y se relaja permitiéndome que sea yo quien lleve la acción a cabo. Tengo las gafas en la mano y las pliego. Las pongo encima de la chimenea, en el marco de madera exterior. Marta está acostada, con una mano entre la almohada y su rostro que reposa en ella. Mientras la miro, me acerco despacio y beso sus labios. No se como que nombre recibe esa sensación, la de estar muy relajado y nervioso a la vez. Quizás es algo que no existe o que solo me ha pasado esta vez.

Me levanto y vuelvo a mi colchón. Me acuesto en la misma posición que antes. Marta no se ha movido desde que la he besado. Yo cierro los ojos y satisfecho por mi atrevimiento me dispongo a dormir.

Marta: ¡Pedro!

Yo abro los ojos y la veo frente a mí, casi a punto de besarme. Verla tan cerca activa mi deseo de besarla. Los labios volvieron a unirse. Los besos fluyeron como el agua del arrollo, unas veces lentos y otras veces desbocados. Dimos más vueltas que un trompo en aquellos colchones. Las manos jugaron al gato y al ratón. La sabiduría tántrica aportó una larga satisfacción y la imaginación inauguró los nuevos, ocultos y prohibidos secretos de que no figuran en el famoso libro asiático de las posturas. No menos importantes fueron los coros líricos que retumbaron en la habitación en los momentos más álgidos de la noche y que acompasaron a los deseos más ocultos que Marta tenía en su interior.





Durante la noche, hubo un momento en el que Marta fue objeto de una obra de arte. Ella en si misma ya lo es, pero algo me mostró que lo era más aun. Lo supe en cuanto la vi aquí, con su torso al descubierto frente a la luz del fuego. Un elemento que moldeó su cuerpo sombreando sus bordes y sus rasgos, matizando las curvas de su anatomía. Un color dorado cubrió su piel como si fuera una lámina de fino oro. El Fuego hizo de ella .....La Escultura Dorada.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Rojo en sus labios

Una lectora del blog me ha enviado esta aportación.
Gracias por tu colaboración Jade.

Tras levantarse, sin apenas abrir los ojos del todo
-Ha tenido un sueño muy pesado
Que no se ha disipado todavía-
Se desliza por el jardín.
Sus pies descalzos se humedecen con el rocío.

El otoño anuncia su venida,
Y una flor a medio abrir
Muestra su pureza entre ramitas medio secas.
Una flor única
Y sin igual.

Todavía siente su rostro perfumado,
Sus labios rojos,
Pero no recuerda dónde dejó su vestido nuevo.

Entra en el baño
Y, como casi siempre,
Se descubre una mujer muy bella,
Luciente
En todo su deseo.

Al salir pregunta a su amado
Él le contesta
-“¿la flor?”, “el jardín?”
-“Están igual que siempre”

¿Pero qué sabrá?
¿Qué puede saber?

Yo sé que sus pétalos están ya
De un rojo imperceptible.

Jade 28 agosto 2.010

viernes, 27 de agosto de 2010

Chan Kong Sang


    


El 7 de abril de 1954 nació en Hong Kong Chan Kong Sang, o como se le conoce en el mundo del cine Jackie Chan. De familia humilde, su padre era cocinero en la embajada francesa y su madre era ama de llaves, Chan practicó Kung Fu desde niño.

Su padre lo matriculó en la Opera de Pekíng, donde recibió clases de baile, interpretación, música y Kung Fu. De esta última disciplina adquirió los numeroso movimientos acrobáticos que conocemos hoy en sus películas, aunque para ello debió soportar hasta 19 horas diarias de ejercicio.


Alguien le ofreció un trabajo como figurante en una película. A los 17 años trabajó como doble en dos películas de Bruce Lee "Fist of Fury" y "Enter de Dragón".

Tras la muerte de Bruce Lee muchos le vieron como su sucesor, pero Chan sabiendo que era dificil encasillarse como la sombra de una leyenda decidió dar un giro cómico en sus películas, cogiendo como referencia a Buster Keaton. Así fue como comenzó su gran exito en el celuloide.

A traves de su filmografía Chan presenta un estilo propio de las artes marciales, donde las acrobacias y el tono de humor son sus armas principales para conquistar al público. Es frecuente ver como en las escenas de acción usa cualquier objeto a su alcance para luchar contra sus enemigos.

Como curiosidad se ha de comentar que en China existe una tradición, que consiste en dar a una persona distintos nombres, en su caso Kong Sang que significa "Nacido en Hong Kong". También se le conoce por su nombre en cantonés Sing Lung.

En este video muestro algunas de las escenas de su larga lista de películas, entre las que ha sido figurante, guionista, productor, director y como no actor.

sábado, 21 de agosto de 2010

Te Henua´enana.

Hola:

En primer lugar, gracias a tod@s quiene siguen el blog, desde E.E.U.U., Canadá, Reino Unido, Alemania y también desde España. 

Les dejo un video sobre Las Islas Marquesas, concretamente de Nuku Havi, la isla mas grande de las que conforman el grupo norte. Este video lo realizo a través de una sugerencia de una lectora del blog. Gracias a esto he aprendido algo sobre este lugar paradisiaco.

¡¡Nunca me acuesto sin aprender algo nuevo!!.

¡Que lo disfruten!

miércoles, 11 de agosto de 2010

La visita (6ª parte y última parte)

Haru y yo nos miramos. Delante de nosotros, en el suelo, había un sobre. Era de color marrón. A nuestro alrededor no había nadie. ¿Quien lo había dejado allí?

Me acerqué y lo recogí. Estaba un poco húmedo. Levanté la pestaña y miré en su interior. Extraje un folio plegado. Haru se acercó. El papel estaba escrito en mandarín. De nuevo nos miramos extrañados. Con el papel en la mano entramos en la casa, cerramos la puerta y fuimos a la estancia principal. Me senté en mi futón. Haru también se sentó y me miró con cierto nerviosismo.

Haru: ¿no vas a leer la carta?

Chenzhen: Pues si, pero creo que esta carta no contiene una información agradable.

Haru: ¿Por qué dices eso?

Chenzhen: Si te das cuenta viene en un sobre marrón, un color oscuro. También está bastante plegada, como si trataran de guardar o esconder su contenido.Quien la ha escrito evita estar presente, por lo que es posible que se trate de una noticia no muy agradable.

Haru: Es posible Chen, pero... si no lees la carta no lo sabremos, ¿verdad?

Chenzhen: Si, tienes razón, jajaja. Veamos.

Haru se acomodó para escuchar mi lectura. Yo con una habilidad un poco en desuso comencé a leer y traducir el mandarín escrito con un Xuan (pincel con que se realiza la caligrafía china) cuyos precisos trazos me ayudaban a descifrar el contenido de aquellos símbolos.


Ni Hao ChenZhen:

Soy... ya sabes quien soy. Aquella mujer que llamó a tu puerta, que hizo sonar el timbre, la del pelo negro, ojos brillantes, sonrisa amable, una blusa roja, un pantalón vaquero y unos zapatos rojos... ¿recuerdas?

He estado en tu casa y me has llevado a ese rincón lleno de vida. Nos hemos reído, e incluso hemos conocido a Haru. Hemos estado juntos disfrutando de todo lo que imaginas, con sensaciones tan fantásticas que hasta parecían reales, describiendo en todo momento cada paso milimétrico que ha dado tu pensamiento. Ha sido una grata experiencia. Pero los dos sabemos que en la vida las cosas no perduran por siempre, sino que cambian constantemente. Por esta razón escribo esta carta. 

Quizás nunca hayas tenido una visita que parezca tan real como la que has vivido, pero es solo eso, una visita que he querido hacer en tu pensamiento. No se si podrás entenderlo, pero la razón por la que te he visitado no puedo desvelarla aún. Con el tiempo entenderás que hay momentos en la vida en los que ocurren cosas como consecuencia de otras, pero también algunas ocurren con algún propósito concreto. Toma mi visita como una pequeña muestras de lo que queda por venir.

Chenzhen, la carta que lees es para despedirme. Te conozco desde el principio. Desde que estabas sentado en el futón donde estás ahora, frente a la mesa .Un suave olor emanaba de la taza de té. Esa fragancia te transportó a un pensamiento, de este a otro, de ese al siguiente, así hasta que... Aproveché que tomabas el té para adentrarme en tus sueños, en tu imaginación. Ahora ha llegado el momento de despertar.

No es necesario olvidar lo que has vivido en tu sueño, pero si es el momento de volver a tu té, a los amigos, a la familia, al trabajo, en definitiva a la vida tal cual es. Posiblemente no desees que esto termine, pero los dos sabemos que ha de ser así. 

Cuídate Chenzhen.
Adios


Frío. Sentí un pequeño mareo. Abrí los ojos, parecía como si los hubiera tenido cerrados mil años. Delante de mi, en la mano, tenía mi taza de té. Estaba tan fría como yo mismo. ¿Que me ha pasado? Tenía un leve dolor en la espalda e incluso en el brazo derecho, seguramente por el tiempo que lo había tenido inmóvil con la taza en la mano y esta apoyada en el muslo derecho. ¿Cuanto tiempo he estado así?

Noté que algo no era lógico. Dejé la taza de té en la mesa. Al hacerlo, me di cuenta de que la carta no estaba. No entendía nada. Recuerdo tenerla en mi mano y leerla. La siguiente reacción fue buscar a Haru. En la estancia no estaba. Me levanté despacio. Los músculos y las articulaciones estaban rígidos. Me desplacé hasta la cocina. No había nadie. ¡Haru!, exclamé con voz moderada, pero nadie respondió. Volví a la estancia e intenté buscar la carta, pero sin éxito. Me dí cuenta de que en la mesa solo estaba mi taza de té. Pero... ¿y la taza de Ella? ¡Un momento! De nuevo me dirigí a la cocina, pero esta vez con un paso más ligero. ¿Donde estaba la cena que habíamos preparado Haru y yo? La mesa de la cocina estaba limpia, recogida, no había ni rastro de la cena ni de ningún signo de que allí se hubiera preparado algo. Pensé, ¿me estoy volviendo loco? ¿habrá sido un sueño?

Después de mi última pregunta todo comenzó a tener sentido. En la estancia principal solo estaba mi taza de té, aquella que me transportó de un pensamiento a otro y ese al siguiente.... No había rastro de la taza de té de Ella. Tampoco estaban los colchones de plumas confeccionados con algodón natural. Haru nunca vino a visitarme y Ella... Ella nunca existió. Bueno, por lo menos físicamente, pero si en mi sueño. ¡¡Que real había sido este sueño!!

Al darme cuenta de mi confusión decidí recoger mi taza de té y llevarla a la cocina. Un paso, luego otro, otro más. Mientras caminaba pensé, ¡En fin, ha sido un sueño agradable y fantasioso!. Otro paso, otro...

Chenzhen: ¡¡Aufff!!

Algo golpee con mi pié. El golpe hizo que aquel objeto rodara por el suelo. Me acerqué despacio.Miré al suelo sin agacharme. En ese momento la taza de té, en un movimiento a cámara lenta, se soltó de los dedos de mis manos. Fue cayendo en medio del espacio que separaba mi mano del suelo. Al llegar abajo, rebotó sin romperse, haciendo un ruido seco con varias réplicas por el rebote. Yo casi que ni me enteré. A mi me había sorprendido más el hallazgo. Tenía frente a mi un objeto que se llevó mis palabras, mis pensamientos y había concentrado toda mi atención. Un colgante.

El Fénix de "Yu".


Fin

miércoles, 28 de julio de 2010

La visita (5ª parte)

Durante el sueño algo me hizo sentir incómodo, como si alguien me observara. Abrí los ojos. Lo primero que vi fue la madera del suelo y el borde de mi fino colchón de plumas. Me giré y la vi a Ella. Estaba profundamente dormida. Caí en la cuenta de que me había despertado. ¿Cuanto tiempo habíamos dormido? Miré a mi alrededor. Todo estaba como lo habíamos dejado. Las tazas de té encima de la mesa y.... (alguien me sorprendió)

Chenzhen: ¿quien eres?

En uno de los futones había una persona. Era un hombre joven, pelo corto, castaño, ojos negros... Estaba allí sentado mirándonos y tomando un té. Se presentó.

Haru: Hola. Mi nombre es Haru. La puerta estaba abierta. He llamado pero como no respondía nadie he pasado. Luego os he visto dormidos y no he querido despertaros.

Chenzhen: Yo soy Chenzhen, pero llámame Chen. Eres bienvenido.

Nuestra pequeña conversación la despertó. Haru y yo la miramos. Ella se llevó las manos a los ojos en un intento de desperezarse. Cuando los abrió nos miró. Haru la saludó.

Haru: Hola

Ella: Hola

ChenZhen: Te presento a Haru, un nuevo visitante. Estaba la puerta abierta y no ha querido despertarnos.

Ella: Uuuffff, ¿cuanto he dormido?

Chenzhen: Pues no lo se. ¿Has descansado?

Ella: Si, mucho. Estoy relajada.

Haru: ¿Habeis hecho meditación?

Chenzhen: Si, algo parecido. Dime Haru, ¿que te a traído hasta aquí?

Haru se quedó en silencio. Estaba como absorto. Me di cuenta de que estaba mirando hacia donde estaba Ella. Parecía una pieza de basalto, inanimado, petrificado... La miré a Ella y me devolvió la mirada, esa que indica que estaba sorprendida por la reacción de Haru. Hice un intento de que Haru regresara de allá a donde estuviera, porque pensé que aunque no moviera ni una célula por lo menos su mente funcionaría. Me levanté y fui hasta donde él se hallaba sentado. Con un dedo pulsé en su hombro para asegurarme de que no era un mimo en plena actuación o por lo menos que era de carne y hueso, y no un humanoide creado por la industria japonesa a modo experimental. Justo al hacerlo Haru salió de su estado hierático con un pequeño salto en el futón y me miró con cierto asombro. A continuación me preguntó.

Haru: pero...¿tu no estabas sentado ahora mismo? ¿que haces aquí de pie?

Desde luego, el tiempo se había detenido para él. Mientras tanto, ella observaba todo lo que acontecía como si fuera la espectadora de una película o un musical. La expresión de su rostro era la de quien no entendía nada de lo que pasaba. Yo respondí a Haru con una pregunta.

Chenzhen: ¿que te ha pasado? Te has quedado paralizado durante un minuto. Ni te has enterado de que me he levantado.

Ella, al igual que yo, estábamos expectantes a la respuesta que iba a darnos. Miró de nuevo hacia donde estaba Ella. Se levantó y caminó unos pasos. Se sentó frente a Ella. Miró su cuello. Alzó con lentitud la mano dirigiéndola a ese punto. Ella con un gesto apartó la mano de Haru. Él no le dió importancia y dijo:

Haru: ¡¡ Es preciosa!! Un Fénix de "Yü"

Ella me miró y después de unos segundos me sonrió. Yo tardé en reaccionar, pero al final me reí con una leve carcajada que también la contagió a Ella

Chenzhen: jajajaja. Haru, ¿era por eso?

Haru estaba un poco desconcertado por nuestra risa. Pero el seguía a lo suyo

Haru: ¿Me dejas tocarlo?, le preguntó a Ella

Ella: Si. Jajajaja. Espera, que me lo quito.

Ella destrabó el colgante que llevaba puesto. Era una pequeña figura de un Fénix tallado en Jade ("Yü", como lo llama en China). Haru lo cogió en sus manos y lo examinó como si se tratara de un diamante.

Haru: Este Jade es muy valioso, ¿no lo sabían? Los Mayas lo asociaban como abundancia y fertilidad.

Chenzhen: Cierto. En China es un mineral que representa la perfección, la inmortalidad y la nobleza.

Haru: ¡¡Excelente tallado!!! Me gustan los minerales y lo que se puede hacer con ellos. Tengo una pequeña colección que me traigo de los lugares que visito.

Chenzhen: Bueno, pues ahora creo que entiendo tu parálisis de hace un rato, jajajaja.

Haru: Jejejeje. Si, es que lo vi y ...

Ella miraba como Haru examinaba continuamente el colgante.

Ella: A mi también me gusta mucho este colgante. El Fénix representa el genero Yin (femenino).

Haru: Eso no lo sabía, ¿que representa el elemento Yan?

Así iniciamos una conversación interesante, llena de argumentos sobre los diferentes animales mitológicos de la cultura China.

La noche hizo su presencia de nuevo. Para mi era habitual que la noche y el día se unieran con facilidad, pues no me gustaba estar pendiente de la hora, tan sólo disfrutar de aquello que hago en cada momento. En este caso disfrutaba de la compañía de Ella y Haru. Quizás era el momento de saber si se quedarían a dormir y así preparar la cena.

Chenzhen: ¿Se quedan a cenar? También pueden quedarse a dormir si les apetece.

Ella y Haru se miraron respondiendo afirmativamente a la pregunta.

Haru: ¡¡¡ Te ayudo con la cena!!!

Ella: Yo voy a mi casa a recoger unas cosas que necesito y vuelvo en un momento.

Chenzhen: De acuerdo. Te acompaño a la puerta.

Haru: No hace falta Chen, ya la acompaño yo mismo. ¡Vamos!

Haru se levantó y le dió la mano a Ella para ayudarla. Ella me miró y me dijo:

Ella: ¡Hasta ahora Chen!

Fueron hacia la puerta de la entrada. Yo me dirigí a la cocina para ver que podíamos hacer de cena. Mientras buscaba en la despensa y en la nevera, oí un sonido del exterior de la casa. Era Ella. Su risa se colaba por el pasillo hasta la cocina. Haru también se reía, posiblemente por el efecto de algún chiste que no pudo pasar de la puerta para adentro.La puerta se cerró y Haru vino hacia la cocina.

Despues de un rápido concenso elegimos hacer una pequeña ensalada y un revuelto de champiñones. Nos pusimos a ello. Mientras, Haru me preguntó:

Haru: ¿como se llama esta chica?

Chenzhen: Pues no lo se. No me ha dicho su nombre.

Haru: Pues a mi tampoco me lo ha dicho. Le he preguntado pero ha evitado responder y se ha reido. Me ha dicho que tu le has preguntado sobre ella y que tampoco te ha contestado.

Chenzhen: Bueno, yo le pregunté el porqué de su visita.

La cocina se volvió un hervidero de preguntas por parte de Haru. El tema de conversación: Ella. Yo no podía contarle mucho. Durante nuestra charla Haru terminaba la ensalada y el revuelto estaba ya casi en su punto. Cubiertos y platos desfilaron sobre la mesa . La ensalada tenía una pinta esquisita. Los variados colores que mostraban los ingredientes eran un reclamo para los propios cubiertos, que vibraban nerviosos con los movimientos de la mesa. El revuelto de champiñones ocupó también su lugar centrando la atención de Haru, que en un movimiento fulgurante intentó pellizcar una lámina de champiñón que quería tirarse al vacio desde el plato. Pero Haru quedó perplejo, cuando por sorpresa apareció un trozo de pan volador que no solo evitó el suicidio del champiñón, sino que además lo raptó y lo trajo a mi boca en un gesto más rápido que el pestañeo del Hombre Invisible.

Suena el timbre. Inicio el camino hacia la puerta. Pero un formula 1 en forma de Haru, me adelanta por la izquierda desatado por la euforia. En ese momento paré el tiempo en mi mente.

Mi mente: (Todo se paró. Haru quedó incrustado en un segundo de este tiempo. Vi la postura atletica en la que había quedado congelado por mi mente. Un brazo hacia delante y otro atrás. Los ojos abiertos mirando al frente, hacia la puerta, meta particular a la que deseaba llegar desde que sonó el timbre. La camiseta arrugada por la velocidad con la que cruzaba el pasillo. Un pie en el suelo y el otro levantado casi simulando a Usain Bolt y preparado para el siguiente paso. Me situé delante de él y lo miré a los ojos. Le pregunté: ¿ porqué corres? ¿hay algo que deba saber?. Obviamente no me iba a responder, pero seguro que había una explicación para ello. Iba hacia mi posición inicial a la de la congelación del tiempo, cuando por el camino vi un mosquito que también había quedado en el aire. Nunca vi un mosquito de esta forma. Miré al mosquito, miré a Haru, mire de nuevo al mosquito y...tuve una idea. Lo cogí por un ala. Caminé hasta ponerme frente a Haru. Puse el mosquito en la trayectoria de su vista, delante de su ojo. Tenía la posibilidad de adelantar al Formula 1 de Haru en su camino hacia la puerta y de este modo descubrir que se traía entre manos. Me dirigí de nuevo a mi posición inicial y me preparé para volver a la realidad, es decir, a abrir la puerta a la que los dos estabamos avanzando. Con un solo pensamiento volvimos a la realidad)

Haru está apunto de llegar a la puerta cuando un mosquito le entra en el ojo.

Haru: ¡¡¡Ahiiii!!!

Chenzhen: ¿que te pasa?

Haru: ¡¡¡Algo me ha entrado en el ojo!!!

Chenzhen: Espera, dejame ver. Mmmm, si.

Cogí un pañuelo y con la punta le saqué lo que quedaba del mosquito. Tenía el ojo un poco lagrimoso, así que le di el pañuelo y me fuí a abrir la puerta.

¡¡La puerta se cristalizó!! En milésimas de segundo sentí que mi cuerpo no se movía. Me sentía atrapado, totalmente inhabilitado en todas mis funciones motrices. Los ojos se me quedaron abiertos y mis pupilas no podían moverse. De repente, frente a mis ojos apareció una figura. ¡¡Haru!! ..exclamé en mis adentros.

Mente de Haru:( Así que creias que ibas a detenerme. Parece que no va a ser así. Ahora que lo pienso Chen, ¿te gustan los mosquitos?)

Vi como Haru ponía un mosquito delante de mi ojo izquierdo. Esto me pareció injusto, porque mas que un mosquito parecía  Airbus 380. Tambien sabía que en cualquier momento Haru acabaría descongelando el tiempo, así que debía ser rapido.

(Con un pensamiento de Haru todo volvió a la realidad)

Como si fuese el mismo Bruce Lee, esquivé el mosquito y llegué al pomo de la puerta en un milisegundo. Haru también fue a por el pomo de la puerta encontrando mi mano en ella. Haru se quedó pasmado y nos sonreimos como dos crios que preparan una gamberrada. Recuperamos nuestra compostura normal para por fin abrir la puerta.

Giro el pomo. El portón de madera se abre hacia el interior. Una leve y fresca brisa invade la entrada y miramos al frente. Haru y yo nos desentendimos de la puerta, de la brisa, de la casa, de los mosquitos, de la luna, de las estrellas, en general hasta de la propia vida, porque la imagen de lo que estabamos viendo ante nuestros ojos captó, por completo, la atención de todos nuestros sentidos.

miércoles, 14 de julio de 2010

La visita (4ª parte)

Ella volvió a la orilla del lago. Yo tenía ganas de darme un baño en las tranquilas, frescas, ondulantes y brillantes ondas que la cascada provocaba en la superficie del agua. Así lo hice. Me acerqué a la orilla y lentamente me sumergí en el agua. Nadé de un lado a otro inmerso en aquel líquido refrescante. Mientras, en la orilla, Ella me observaba. Una ligera brisa anunciaba que la tarde pronto sería noche. Entonces me dirigí hacia la orilla. Ella me saludó con su sonrisa y yo me senté a su lado.

Chenzhen: Hola

Ella: Hola Chen

Chenzhen: Este es el lugar del que te hablé, ¿que te parece?

Ella: Es un lugar muy bonito. Parece sacado de una película.

Chenzhen: Si, he pensado en rodar una... pero para eso tendría que traer aquí a un gran equipo de producción y, sinceramente, eso es mucha gente para este lugar. Ya no sería lo mismo. (Me sonrio)

Ella: Me gusta mucho la cascada. Uffff, ha sido un día agradable. El olor del ambiente, el lago, ahhh, y la fruta... gracias (se sonrie)

Chenzhen: De nada.

Ella: Me ha sorprendido algo Chen.

Chenzhen: Cuentame que es.

Ella: No sabía que fueras diseñador de ropa de baño, jajajajaja.

Chenzhen: jajajaja. Ha decir verdad... no lo sabía ni yo mismo. (silencio). Bueno, va  anochecer.

Ella: Si y me parece que por aquí no hay hotel, ¿verdad? (se sonrie)

Chenzhen: Así es. Mi Rincón no es precisamente la Riviera Maya, pero seguro que en algún lugar podremos pasar la noche. ¿vamos?

Ella: Si , vamos.

Recogimos la fruta que aun sobraba y nos pusimos en marcha. Nos dirigiamos, a través del bosque, a un lugar que solía frecuentar en mis visitas a este lugar. Estaba no muy lejos de donde nos encontrabamos, en lo alto de una roca plana cerca del naciente de uno de los arrollos que confluyen en la cascada del lago. Por el camino fuí proveyéndome de algunas hojas de palma y ramas secas.

Al llegar se ve en primer lugar una estructura de troncos. Es mi habitáculo. Una pequeña cabaña a base de troncos de madera superpuestos, cuyo tejado he de renovar con hojas de palma que traigo del bosque, ya que a veces la brisa fuerte que atraviesa la montaña se lleva consigo algunas de ellas. No tiene puertas, pues es improbable que alguien pueda acceder hasta aquí.

Chenzhen: Bueno, hemos llegado. Pasa, estás en tu casa.

Ella: ¡¡Vaya!!, que casita tan acogedora. ¿La has hecho tu?

Chenzhen: Si. La hice para poder pasar aquí el tiempo que quiera y no tener que estar bajando continuamente al bosque en busca de víveres. Además, si te asomas a la ventana, las vistas son .... descubrelo tu misma.

La cabaña no era mayor que la habitación de mi casa real. Frente a la entrada habían dos amplias ventanas. Ella se asomó y quedó hipnotizada a la vez que sorprendida por el espectáculo natural que percibió con sus ojos. Desde la altura se divisaba un gran bosque que se extendía hasta el horizonte. Un bosque moldeado por los numeroso valles que dibujaban las colinas y las fracturas del terreno. A la izquierda el Sol iba guardando su luz y su calor en un atardecer naranja. A la derecha un imponente volcán inactivo se alzaba erguido y vigilante de cuanto acontecía en aquel paraje.

Ella, despues de unos largos minutos, se volvió al interior y me dijo:

Ella: Chen ¡¡Es impresionante!! Este lugar en precioso.

La expresión de su rostro y la energía de sus palabras daban cuenta de que se había quedado impactada por la belleza del entorno. De nuevo se asomó a la ventana para ver como el Sol se despedía dando las buenas noches, no solo al bosque, al cielo o al volcán, también a nosotros que pronto descansaríamos tras un día colmado de actividad y emociones varias.

La cena. Estabamos hambrientos. El menú consistía en una ensalada variada, lechuga, zanahoria, piña, pepino, tomate con aceite de coco y vinagre de manzana. Por otro lado, un rico salmón ahumado, hecho en el fuego junto a la chimenea, que predí con las ramas secas que me había traido del bosque. En una esquina de la cabaña una enorme jarra contenía agua fresca que había llenado junto al arrollo.

La noche salpicó el cielo de estrellas. Estabamos ya acostados mirando al cielo. Un amplio espacio del tejado donde aún no había puesto las hojas de palma, permitía ver la bóveda celeste de manera nítida. Allí estabamos, en una cabaña perdida en aquel paisaje único, mirando al cielo y dejando fluir la conversación que por momentos afloraba entre las estrellas y nuestros pensamientos.



Despues de un rato y sin darnos cuenta, recibimos una visita. Se presentó con un vestido largo. Podíamos verlo pero no tocarlo. Estaba iluminado y parecía como si su composición fuera una seda celestial. Miramos a traves de la ventana y la vimos. Era redonda y luminosa. Tenía una pecas graciosas en su rostro. Se llamaba Luna. Allí estaba saludando a las buenas noches. Ella y yo nos miramos, nos sonreimos y alzando las manos dijimos a la par ¡¡Buenas noches Luna!! Esto fue acompañado de nuevo por unas leves risas, posiblemente tejidas por la felicidad y el bienestar que llevabamos sintiendo durante nuestra estancia en este imaginario Rincón.

viernes, 2 de julio de 2010

La visita (3ª parte)

La oscuridad se tornó en luz. Vinieron a mi los sonidos de aquel mágico lugar. Abrí los ojos y pude ver el espectáculo que el oído me había descrito en mi visita anterior.

La cascada era como de unos 15 metros de altura. Salía de lo alto de las rocas y terminaba en un lago de aguas transparentes. El agua tenía un color azulado que brillaba por efecto del sol, gracias a que el cielo estaba despejado, sin una nube. A mi alrededor habían flores y plantas con hojas y pétalos de muchos colores, unos colores llenos de vida que cautivaban por sus tonos azules, naranjas, rojos, verdes... Tras estas estaban unos arbustos que daban paso a un frondoso bosque de distintas especies.



Me adentré un poco en el bosque. El sonido del agua de la cascada era ahora un pequeño murmullo. Me acosté en el suelo y me quedé mirando las copas de los árboles. Los rayos de sol jugaban con las ramas. Unas veces los tapaban y otras los dejaban pasar. Una ligera brisa trajo consigo una melodía de hojas y ramas entre los arboles que aportaban una sensación de calma, de frescor y de vida. De fondo podía escuchar aun el murmullo de la cascada que era el complemento perfecto a la melodía del bosque.

El agua del lago emitió un sonido discordante. Yo me percaté de ello. Me levanté casi de un salto y corrí hacia la cascada. ¿que había sido aquel sonido? Quería descubrirlo.

Llegué cerca del borde del lago. Aparté unos arbustos sin hacer ruido y miré hacia el agua. Unas ondas nuevas aparecieron en la superficie del lago. Parecía que la orientación de aquellas era equivocada porque iban en contra de las ondas que fluían de la caída del agua de la cascada. Me quedé observando. De repente, surgió a la superficie una figura. Pude ver como su pelo negro y largo emergía lentamente desde el fondo del  lago. Estaba de espaldas. Con sus manos escurrió el agua de su pelo. Este dejó paso a la visión de sus hombros.¿quien era aquella mujer? ¿que hacía en mi lago? ¿porqué estaba en mi lugar imaginario?

No tardé en percatarme que se trataba de Ella, de mi huesped. Aún así, me mantuve tras los arbustos. Ella estaba allí. Nadaba plácidamente. Se sumergía en el agua y emergía de nuevo. Sus hombros parecían de oro por el brillo del sol en la piel. Verla así, tranquila, disfrutando del baño, del agua, del sol, de si misma, me hizo sentir bien. Yo parecía un arbusto. Uno más de los que junto a las flores y las plantas observábamos la belleza de sus movimientos. La brisa pasó por mi lado y me silvó al oído que... era hora de comer.

Así era. Lentamente me retiré de mi posición. Tenía que buscar algo de comer, no solo para mi, también para Ella. Fue así como me adentré en el bosque. Tenía ganas de correr. Estaba ciertamente sorprendido por la presencia de Ella y eso me proporcionó un estímulo extra para mi búsqueda de alimento. Comencé la carrera entre los arboles. Me sentía lleno de fuerza de y vitalidad. Salté sobre las piedras y troncos que salían a mi encuentro, las ramas se apartaban a mi paso, la brisa refrigeraba el esfuerzo de mi cuerpo y mi energía lejos de agotarse aumentaba. Mis sentidos funcionaban al cien por cien. Mientras corría vi a lo lejos un claro entre el bosque. Me dirigí allí sin parar de correr. Cuando llegué encontré algunos arboles frutales. Estaban distribuidos entre las diferentes especies del bosque, de forma natural. Había de todo. Me acerqué a una platanera. Del tronco arranqué un poco de corteza que entrelacé, para hacer un recipiente para la fruta. Estuve allí recolectando lo necesario para los dos. Una vez que tenía lo que quería me encaminé rumbo al lago.

De manera sigilosa, me acerqué a los arbustos. Miré en el lago, pero Ella no estaba. ¿a donde había ido?. Algo se movió en la orilla. Ella estaba tumbada en la arena,  boca abajo. Tomaba el sol. La imagen se grabó en mi retina. Su desnudez formaba parte de aquel paraíso. Pude observar como el agua del lago intentaba rozar uno de sus pies con el impulso de las ondas del agua. La brisa hacía flexible las ramas de la plantas, para de esta forma intentar llegar a su pelo o a su piel. Entonces se me ocurrió una idea. Me fui a un extremo del lago. Puse el recipiente con la fruta en el agua. Lo empujé hasta donde estaba Ella. Rápidamente me oculté entre los arbustos y esperé. El recipiente navegó entre las aguas. Su dirección era correcta, pero comenzó a desplazarse un poco por efecto de la caída de la cascada. ¡ Madición!. Tenía que improvisar algo. Me acerque de nuevo a la orilla deslizándome por el suelo. Me metí en el agua con lentitud casi como un cocodrilo. Me sumergí hasta llegar al recipiente de fruta. Despacio lo empujé hacia ella y con rápidez me sumergí hasta llegar detrás de la caída de la cascada. El recipiente de fruta llegó hasta unos de sus pies. Ella se incorporó para mirar que era lo que la había rozado. La fruta estaba fresca, incluso algunas gotas de agua la habían salpicado. Habían kiwis, platanos, uvas, fresas, melocotón aguacate, piña... Yo intentaba ver si el recipiente había llegado hasta Ella, pero el agua de la cascada me lo impedía. ¿como iba a salir de allí sin que me viera?

 

Yo estaba en un pequeño hueco en el interior de la cascada. El sol no llegaba hasta allí. Apollé mi mano en una roca y noté que una piedra estaba suelta. Entonces se me ocurrió un plan. Cogí la piedra en la mano y la tiré hacia el bosque con todas mis fuerza, atravesando el lateral de la cascada. La piedra golpeó el tronco de un árbol. El sonido llamó su atención. Se levantó y escuché como atravesó los arbustos para ir a ver que era lo que provocó aquel ruido. Yo aproveché el momento. Me sumergí en el agua y llegué hasta la orilla de donde había partido. Me oculté tras los arbustos y accedí al bosque. Mientras, Ella regresaba a la orilla, pues no había visto nada anormal.

El tiempo que estuve en la cascada hizo que me diera cuenta de que tenía que prepararme para la noche. No tenía ningún tipo de abrigo, así que además de esto tendría que ir pensando en buscar algún refugio o cobijo. Por otro lado también quería buscar algo para Ella. Fue así como cogí unos tallos de una trepadora de arboles y unas cuantas hojas grandes. Con las lianas y dos hojas hice una especie de sujetador. Entrelacé dos lianas para que pudiera atarselas en la espalda, superpuse dos hojas grandes (una para cada pecho) y las agujereé por los extremos, hice los nudos y até a estos otra liana para que pudiera ponerselo por el cuello. Después con otras dos lianas y dos hojas hice algo parecido a un tanga, prestando atención en poner la parte mas limpia y suave de las hojas para el lado interno del tanga, a fin de ofrecer un ajuste lo menos molesto posible. Para mi hice lo propio, también con lianas y dos hojas. Después de hacer de modista naturalista me dirigí de nuevo al lago. Cogí un palo. Lo clavé en el suelo. En el colgué las prendas que había hecho. Luego cogí una piedra y de nuevo la tiré contra el tronco de un árbol. Me apresuré y corrí por el bosque, ocultándome tras un árbol. Después de unos segundos oí sus pasos entre los arbustos. Esperé unos minutos. Miré entre las plantas hacia donde Ella estaba. Pude verla de espaldas. Vi como se ataba el sujetador en la espalda y luego al cuello. Una vez terminó miró a su alrededor. Sabía que yo la observaba. De hecho tenía una cierta sonrisa. Quizás agradeciendo el detalle de la fruta.

Yo no aguantaba más estar allí oculto. Lo cierto es que antes de que ella llegara estaba muy a gusto en mi independencia, pero no había duda de que su presencia me había espabilado. Podría decirse que la belleza de aquel lugar era semejante a los pétalos de la flor mas hermosa de la Naturaleza y por tanto, Ella era la pulpa más dulce que todo ser viviente del bosque quería probar.

viernes, 25 de junio de 2010

La visita (2ª parte)

Mi té se había consumido. El desnudo fondo de la taza así lo reflejaba. Me quedé mirándolo, pues un reflejo de mi rostro brillaba por el efecto del té sobrante, apenas unas gotas. Ella, mi invitada, me miraba con cierta curiosidad. Posiblemente se preguntaba por mi estática posición y concentración. Allí estaba yo, absorto en el fondo de la taza. Mientras mis ojos permanecían hieráticos en tal reflejo, mi mente comenzó un camino paralelo a la realidad.

El silencio de la realidad dejó paso a un ambiente imaginario. Un lugar con sonido a agua. Un murmullo cada vez mas creciente, como el de una cascada que desemboca en un pequeño lago. Mis ojos estaban cerrados. No tenía intención de abrirlos aun. De momento me bastaba con escuchar el sonido del agua del lago y de la perpetua cascada, una música armónica que no debía ser interrumpida por ningún otro sentido. Mi relajación me llevó a una concentración más completa. En la cascada pude descubrir algo que no había experimentado antes. El agua caía en abundancia sobre el lago. El mismo elemento con dos estados distintos, la fuerza arrolladora y dinámica de la cascada, y la suavidad de las ondas sobre la quietud del lago, sobre todo en la proximidad de la orilla. La cascada era algo espectacular. Sin abrir los ojos para verla, podía escuchar el jolgorio y la alegría del agua. Habían gotas de múltiples tamaños. Unas chocaban contra otras emitiendo un húmedo chasquido, a veces me parecía que reían como los niños que corren por el patio de la guardería. Todas las gotas en una misma dirección, una detrás de otra, unas cien, mil, millones, cientos de millones, no se cuantas habrían, pero podía escuchar como se quedaban mudas al llegar a la superficie del lago y se fusionaban con sus antecesoras, que ya habían olvidado la fiesta, para luego descansar y relajarse en las ondulantes y suaves formas, que hacían de la superficie del lago un relejo de la calma y la quietud.





 En ese momento presentí que algo no encajaba en mi percepción sensorial de mi imaginación. Algo me sacó de mi concentración.

Mi imagen en el fondo de la taza de té me devolvió a  la realidad. Alcé la vista buscándola a Ella. Estaba allí, frente a mi, en la misma posición en la que estaba antes de mi viaje imaginario. Nos miramos y en cuestión de segundos nos sonreímos.

Ella: ¿Que ha pasado Chenzhen?

Chenzhen: Pues parece que me he dado un paseo por la taza de té.

Nos reímos.

Ella: Mas que una vuelta, me ha parecido que has hecho un viaje alrededor del mundo. ¿donde has estado?

Chenzhen: Pues no lo se exactamente. Me he ido a un lugar que no he visto con mis ojos, tan solo lo he visitado con el sentido del oído.

Ella: Pues yo.... me siento como si te hubiera esperado en el aeropuerto, con la taza de té en la mano.

Chenzhen: jajajaja. Discúlpame, me he quedado como absorto.

El silencio hizo su presencia, pero solo unos minutos.

Chenzhen: ¿te gustaría acompañarme?

Ella:  ¿A donde?

Chenzhen. A lugar donde he estado. Es un viaje imaginario, pero es posible que te guste.

Ella: ¿Es como una meditación?

Chenzhen: Si, algo así. ¿te animas?

Ella: Pues... ¿prometes que me traerás de vuelta?

Chenzhen: Yo, mas bien diría ¿querras volver?

Nos sonreímos

Ella: Venga, si.


Me levanté del futón y fui a por lo necesario para nuestro viaje. Traje unas almohadas y unos finos colchones  llenos de plumas y confeccionados en algodón natural. Extendí el suyo sobre el tatami de la estancia. La invité a tumbarse.

Chenzhen: Bien, ahora que estas tumbada respira con normalidad, pero hazlo con cierta profundidad. He traído unas mantas, por si en algún momento tuviéramos frío.

Ella: Gracias Chenzhen

Ella cerró los ojos. Me siitué  cerca de su cabeza. Deslicé mi mano bajo su cuello. Con cuidado coloqué la almohada y apoyé su cabeza.. Luego me tumbé junto a Ella. Antes de iniciar el viaje, le indiqué que soltara el cuerpo, que olvidara su trabajo, sus preocupaciones. El silencio apareció, pero esta vez con una compañía que el propio silencio no esperaba, nuestra respiración. Se hizo profunda, constante. Empezamos a oír los latidos del corazón. Los músculos del cuerpo se aflojaron, se relajaron.... nos olvidamos de ellos y de todo aquello que pudiera ser un lastre para nuestro viaje. Fue así como en unos segundos comenzamos a volar de forma imaginaria hasta aquel lugar que antes había dejado atrás y que ahora me proponía descubrir con la vista y con Ella.

(Fin de la segunda parte)

viernes, 18 de junio de 2010

Cien pajaros rindiendo homenaje al Fenix

http://www.youtube.com/watch?v=ekqyC1CyfuI&playnext_from=TL&videos=JTsZ0gFAZr4&feature=feedrec

Una visita. (Primera parte)

Estaba sentado en el futón, frente a la mesa. Un suave olor emanaba de la taza de té. Esa fragancia me transportó a un pensamiento, de este a otro, de ese al siguiente, así hasta que... Alguien llamó a la puerta. Me levanté y acudí a la entrada. Al abrir, tuve frente a mi a una mujer. Su pelo negro, ojos brillantes, sonrisa amable, una blusa roja, un pantalón vaquero y unos zapatos rojos. Me sorprendí, porque nunca antes la había visto. Me quedé mirándola al tiempo que ella esperaba alguna reacción por mi parte, que después de casi un minuto llegó.

Hola le dije. Hola respondió. La invité a pasar. Un vez cerrada la puerta me presenté pronunciando mi nombre. Ella hizo lo propio. Le pedí que se descalzara para pasar a la estancia donde un té olvidado había extendido su fragancia a su alrededor. Ella eligió el futón de color violeta. Se sentó. Yo fui a la cocina por mas té caliente. Al regresar, ella observaba la habitación. Parecía estar analizando cada detalle, no en balde era la primera vez que recibía su visita, por lo que posiblemente el entorno le causaba una cierta impresión.

Me senté. Ambos cogimos la taza de té. Nos miramos. Estuvimos así un buen rato. Nos dijimos muchas cosas, pero sin mover los labios. Fue una sensación nueva. Con cada sorbo de té, con la mirada, con las sonrisas, no se que fue lo que nos dijimos, pero desde luego hubo una comunicación, que cada uno interpretó a su manera. En ese momento pensé. Esta mujer me ha visitado, ¿quien es? ¿porque está aquí? ¿porque razón recibo su visita? ¿alquien le ha dicho que viniera? Tantas preguntas me agobiaron, por lo que decidí no intentar responder ninguna. Lo mas seguro es que estas dudas se responderían por si mismas.

Durante mi pensamiento me quedé absorto en la taza de té que ella sostenía entre sus manos. Una voz deshizo mi pensamiento. Chenzhen¡¡. La miré. Ella me estaba observando y de nuevo dijo Chenzhen¡¡.Creo que fue en ese momento cuando desperté y le respondí si?. Gracias por el té estaba muy rico, respondió.Nos quedamos callados. Había tanto silencio, que podíamos oir el sonido de los grillos en el exterior de la casa.

El silencio disminuyó en cuanto ella realizó un movimiento con su brazo. Llevó su mano al cuello, como indicando una molestia o dolor. Así fue como iniciamos una conversación mas extendida.

Chenzhen: ¿estas cansada?

Ella: Un poco si. Mi trabajo es agotador. La tensión hace que llegue a casa con dolor en la espalda y el cuello.

Chenzhen: Es normal, la vida que llevamos hoy en día nos carga de preocupaciones y estas la llevamos encima como si nos pusieran una mochila en la espalda donde guardarlas.

Chenzhen: ¿te puedo preguntar algo?

Ella: Si.

Chenzhen: ¿Quien eres? ¿y que razón te ha traído hasta aquí, a visitarme?

Ella: Jajaja. Chenzhen. Esperaba esa pregunta, pero no puedo responderla.

Una sonrisa mientras decía estas palabras llenaron la habitación de un profundo misterio. Mis ojos la miraban intentando descubrir alguna pista sobre lo que había dicho, algo con lo que pudiera establecer una relación entre sus palabras y su presencia, pero fue inútil.

Chenzhen ¿he de hacer algo para hallar la respuesta?
Ella: No lo se. A pesar de que no me conoces has abierto la puerta, me has invitado a pasar, a tomar el té. ¿porque razón? 

Chenzhen: Pues no tengo respuesta para eso. Es algo que me he preguntado, pero no he logrado responder.

Ella: Pues ya lo descubriremos, ¿no crees?

Una nueva y ligera sonrisa fluyó entre sus labios. Recibí de ella una especie pregunta encubierta. Presentí que ni ella misma sabía el motivo de su visita, como si algo desconocido la hubiera traído hasta aquí. Incluso pienso que justamente eso podría ser el motivo de su presencia, el querer descubrir lo que la ha traído hasta mi rincón.

(fin de la primera parte)

domingo, 30 de mayo de 2010

El Rincón

Cuando visitamos un lugar por primera vez, solemos fijarnos en el entorno, la decoración, los colores, el olor...un conjunto de elementos que forman esa imagen que tendremos en nuestro recuerdo de manera casi perpetua. Pues bien, ¿como es el Rincón de Chenzhen?

Es un lugar pequeño pero armónico que combina la cultura china y japonesa. La estructura de la habitación es de madera, al igual que las bigas, creando un espacio único. El suelo es tambien de madera, sobre el que se extiende un tatami de fibra natural que puede acompañarse por un futón. Este futón nos permite sentarnos de forma cómoda durante nuestra estancia. Para entrar lo hacemos a través de una puerta  con shôgi (papel japonés) que permita la entrada de luz natural. Si me visitas de noche, la habitación tiene un candil de iluminación general y algunas velas distribuidas por la estancia. Como generalmente somos occidentales los que venimos por aquí, pues he instalado una lampara con luz normal, sobre todo por si nos apetece pasar un rato menos relajado y mas festivo. Prácticamente no hay muebles, a excepción de una mesa central de madera, en torno a la que podemos tomar un rico té. ¿te has fijado en la parte lateral derecha de la habitación? Bien, eso es, es un futón especial de masaje. Un lugar para el relax mas absoluto, donde la tranquilidad, el silencio y el olvido de las preocupaciones te descargarán por completo de todo aquello que te agobia o no te permite sentir bien. Si alguien quiere un masaje solo ha de pedirlo, eso si, será virtual y lo dejaré en el rincón para tu disfrute y el de los demás. No se si lo has notado, pero he encendido una pequeña barra de incienso. No da un olor intenso. A lo mejor te preguntas ¿a que huele? Pues ¿a que quieres que huela? Tu eliges, las barras de incienso son mágicas, ya que tu imaginación y gustos son variados, es mas, si no quieres que huela solo tienes que imaginar que es así.

En fin, que solo espero que se sientan bien en mi Rincón. Siente la libertad de comentar como es tu decoración ideal, porque así podremos apreciar los diferentes gustos decorativos de cada uno. Si te apetece invitar a alguien a tomar un té o a darse un masaje, pues ya sabes, el Te en la mesa y el masaje en el futón. No es necesario que esté yo, pues la puerta está abierta.

Un saludo (zai jian, 在建). ChenZhen (陈振)